Capítulo: lecciones desde el olvido, el mono tití cabeciblanco y las Panteras Prietas de Palenque

Como todos los domingos, en Los Informantes tres grandes historias: en el Pacífico Nariñense, dos hermanos que quedaron huérfanos a corta edad luchan por cambiar el rumbo de sus vidas y ayudar a su comunidad indígena Awá para que salgan adelante. El mono tití cabeciblanco está a punto de extinguirse, pero una fundación en Montes de Maria, ayudan a preservar este primate que incluso está en manos del tráfico ilegal y la historia de unas niñas en Palenque que juegan fútbol para rendir homenaje a sus raíces.

Según el último informe de UNICEF sobre el conflicto armado e infancia las violaciones a los derechos de los niños, niñas y adolescentes en Colombia ha aumentado casi a un 50% en 2023. Como siempre, las comunidades indígenas son algunas de las más afectadas.

Los indígenas del pueblo Awá son reconocidos por ser la gente de la selva, y su filosofía les exige vivir en armonía, pero hace años que no han podido cumplir con el mandato de sentirse en paz, pues los enfrentamientos entre los grupos armados han impedido que esta comunidad cuente con tranquilidad.

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Hay menos de 7 mil monos titíes registrados en el país, la mayoría en los Montes de María, un lugar olvidado del Caribe colombiano, de gran belleza natural, pero también una tierra marcada por la guerra. Una de las características principales de este pequeño primate es que son muy territoriales y defienden su hogar hasta la muerte. El tití cabeciblanco es una especie 100% colombiana y está en un punto crítico de extinción.

La existencia de este primate se ha convertido en un símbolo de lucha por su conservación y la memoria ambiental en una región que conoce de fondo el olvido y la devastación. “Nuestra misión es llevar este mensaje y este trabajo para el beneficio de muchas comunidades y de la especie”, afirmó Rosamira, directora del proyecto tití.

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Finalmente, en la polvorienta cancha de San Basilio de Palenque, las Panteras Prietas desafían estereotipos y marcan goles que rinde homenaje a sus nombres africanos. Más que fútbol, juegan con determinación para defender su lengua, cultura y raíces.

Cada jugada de ellas es un grito de furia, de algarabía y libertad. Hacen goles y le sacan tarjeta roja al machismo. El fútbol lo llevan en la sangre y lo juegan con determinación para defender el deporte femenino, pero también su africanidad.

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