Justo en la semana en la que la Cámara aprobó el uso recreativo de la marihuana para adultos y solo 7 años después de la legalización del cannabis medicinal, la industria que prometía convertirse en uno de los primeros renglones de exportaciones en el país está en cuidados intensivos. Los Informantes conoció a uno de los primeros pacientes tratados con cannabis medicinal.
“El dolor es tan fuerte como si me quemara por dentro, es como si me clavaran acá un cuchillo o un algo. Es fuerte y no permite realmente dormir, es incapacitante”. Tan grande su dolor que Víctor Alfonso Angarita no encuentra palabras para describirlo, los médicos usan una tabla del 0 al 10 para sondear la intensidad del dolor en sus pacientes, el de Víctor se mueve entre 8 y 10.
“Me dicen que es un dolor que nunca se me va a quitar, que nunca se me va a ir, de hecho, yo pedí que me cortaran el brazo, yo dije pues si me cortan el brazo se va el dolor, pero me dijeron que hay algo que se llama dolor el miembro fantasma”. Víctor sabe lo que es el dolor, es militar retirado, estuvo seis años en el ejército colombiano en combates en distintas partes del país.
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Luego se fue a Irak, vio morir allí a dos compañeros en la guerra, su vida parece una película. “El llegar a Irak ha sido de las victorias o de los éxitos más grandes para mi vida, me causó nerviosismo, porque al llegar allí los norteamericanos que nos recibían de una vez nos van dando chalecos, nos van dando armamento, nos van dando las instrucciones”, pero lo que generó ese dolor insoportable no ocurrió en una calle de Bagdad y ni una selva de Colombia, sucedió la noche del 7 de noviembre de 2010, en Bogotá, en medio de un atraco.
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Se despertó un mes después en el Hospital Cardiovascular, en el sur de Bogotá, el ataque le cortó la médula y le quitó la sensibilidad en la mitad de su cuerpo, los médicos dijeron que nunca volvería a caminar. “Me dieron varias puñaladas y acabaron con mi vida, acabaron con mi futuro, no destruyen solo una vida, destruyen un hogar y vemos cómo también a veces la justicia queda un poco ciega corta y coja en su accionar, a las personas que me hicieron este año nunca se logró dar con su paradero, con su ubicación y pues el daño quedó hecho”.
El dolor ha sido su compañero día y noche desde que salió de la clínica en 2010, durante varios años le recetaron opiáceos e incluso parches de fentanilo, una droga 100 veces más potente que la morfina y nada le funcionó. A pesar de no tener sensibilidad en sus piernas y en el lado derecho de su cuerpo, el dolor persistía en su hombro. “El cannabis medicinal me ha ayudado a bajar el tono de dolor de un 100% a un 50% o hasta 40% y no solo mejora el dolor, también me ayudó para el insomnio”.