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Cabezote Los Informantes

Campesinos intentan preservar los frailejones tras los impactantes incendios forestales

Los campesinos luchan contra los incendios forestales en los páramos de Colombia para proteger los frailejones y el gran recurso hídrico que posee. “El 98% de las quemas son ocasionadas por el hombre”, aseguran.

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Gloria Montañez es una campesina de 67 años que ha vivido desde que tiene memoria cerca al páramo de Siscunsí en Boyacá. Ella vive en una casa pequeña en el filo de una montaña y siempre anda con un machete y un rejo en la mano. La sensación que siente por el campo y por su territorio la llenan de alegría, sin embargo, los incendios forestales de hace pocas semanas, destruyeron cualquier sonrisa de su rostro.

“Un frailejón significa un tanque de almacenamiento de agua. Por dentro lleva un hueco que vive lleno de agua y por la cabecita se va filtrando. Es un tesoro", aseguró Montañez.

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Hace un par de meses le prendieron candela al páramo de Siscunsí, las llamas consumieron cincuenta hectáreas del bosque, para que se haga una idea, el tamaño de unos 30 estadios de fútbol.

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A mujeres berracas como ella se le debe la valentía de apagar los incendios que devoran el páramo y sus fincas. Ellas son las primeras en echarse al hombro los azadones y las ramas con las que apagan llamas de hasta 4 metros de altura para cuidar uno de los tesoros más preciados para estas campesinas: los frailejones.

El parque natural tiene 49.792 hectáreas de pura vida. “En ese tiempo era muy hermoso, había mucha trucha e íbamos a pescar, pero en ese entonces antes la diversión era terrible porque prendíamos candela, antes asábamos papa cerca a los frailejones. Y uno ya entendió que el agua ya se acabó, que se mermó, que ya no hay ni para comer. Yo no volví a quemar nada, pero cuando hay manos criminales es muy berraco”, aseguró a Los Informantes.

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En el último incendió, Gloria Montañez manifestó que lo sucedido no fue obra de la naturaleza sino de las manos del hombre, pese a que nunca supieron quién pudo haber ocasionado el fuego. Por ello, ahora es de las primeras que ante cualquier problema defiende su tierra con toda su fuerza.

Berny Bello vivió uno de los momentos más dolorosos de su vida al ver que los frailejones se quemaban y la ola de humo tapaba unas de las vistas más preciadas que podía ver. Él dejo hace 8 años Bogotá para irse a vivir a la vereda Las Cañas, en Sogamoso, con sus seis perros que son su familia. Se conoce ese sitio mejor que muchos campesinos y no se imagina una vida lejos de su territorio.

“Es triste porque no es que yo te hable de hace tanto tiempo se quemó, sino que te hablo de las quemas de cada año. Es increíble que haya gente que tenga la capacidad de hacer esas cosas”, afirmó.

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El pico del Barro fue uno de los sitios más afectados por los incendios forestales, en los que al menos estuvo dos días en llamas. Un lugar apreciado por este frailejón que poco a poco están matando. Hay poco conocimiento de que estas plantas son nuestra única reserva de agua, pues los glaciares están desapareciendo por el calentamiento global, la ganadería y la sobrepoblación, mientras que está especie puede almacenar hasta cuatro veces su propio peso en agua, alimentar ríos y quebradas que llegan a millones de personas.

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“El 98% de los incendios son ocasionados por las personas. Es muy difícil que un páramo se prenda sólo, de hecho, hasta con una botella obviamente hay un riesgo, pero es muy mínimo. Hay manos criminales en estas quemas de los páramos, es triste reconocerlo, pero como habitante de este lugar lo reconozco”, concluyó Bello.

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Lo que si es cierto es que estos campesinos y habitantes que viven cerca a estos páramos hacen de todo por salvar su tierra, usan lo que tengan a su alcance para apagar las llamas, desde ramas hasta las mismas botas de caucho que utilizan para combatir el fuego.

Según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres en este 2024 se han registrado 939 incendios en el territorio nacional. Por ello, es importante cuidar el 85% del agua potable de Colombia que es producida por los páramos. Asimismo, los guardianes de las montañas tienen la esperanza de que lo que resta del año no se prenda un sólo frailejón más para conservar el recurso más valioso del planeta.

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