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Cabezote Los Informantes

Blanca Uribe: una vida dedicada al piano y un legado que conquista los grandes escenarios

Nacida hace 83 años en Bogotá, Blanca Uribe no solo domina el piano con maestría, sino que ha convertido su pasión en un legado musical que la posiciona como una de las grandes de la historia.

Blanca Uribe, nacida en Bogotá, vivió la mayor parte de su niñez en Medellín, rodeada de una familia de músicos que incluye a su bisabuela, abuela, tíos y su padre, Don Gabriel Uribe García, quien le transmitió su pasión por el piano. A sus 83 años, es una pianista y educadora que ha dejado una marca indeleble en la escena mundial de la música clásica y en la cultura musical del país.

Desde que tengo uso de razón en mi casa siempre había música por mi papá que siempre fue un gran músico. Mi abuela y mis tías eran músicas, vengo como de unas cuatro generaciones de músicos profesionales. No teníamos piano, pero escuchaba a mi papá con su flauta, pero cuando íbamos donde la abuelita, ahí estaba el piano, y obviamente que yo iba derecho a pararme al lado del piano, por eso digo que el piano me escogió a mí”, afirmó.

El talento de la maestra Blanca Uribe Espitia es incomparable. Le dicen ‘La Mona’, desde que era una niña. Es capaz, con sus manos e ingenio, de tocar notas armoniosas que permiten escuchar la nostalgia hasta brindar las más alegres melodiosas que se pueden escuchar.

Admira con profundo respeto a su padre, su mejor maestro y confidente. “Cuando me encuentre con él sí me voy a quejar de algunas cosas, y es que no me dio el talento que él tenía porque el talento de mi papá era impresionante, nos regaló un poquito no más”, aseguró.

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Muchas cosas pasaron en 1948, entre ellas: el padre de Blanca, Gabriel Uribe García, firmaba un contrato millonario, junto a Lucho Bermúdez y Matilde Díaz, con una de las disqueras más grandes, Colombia iba por tercera vez a los Juegos Olímpicos en Londres del 49, ella a los siete años ya se perfilaba como pianista, ingresó al Conservatorio Nacional de Música de Bogotá, pero no todo era color rosa, las calles de la capital ardían por el magnicidio del líder del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, el momento conocido como el Bogotazo.

A nosotros el Bogotazo nos tocó sin mi papá, y nosotros vivíamos a tres cuadras del Palacio, donde un francotirador se montó allá y le disparó a todo el que pasaba, hasta que llegaron con un tanque a tumbar eso. Le tengo pavor a los sonidos de un disparo, eso me quedo, me metía debajo de un armario del susto”.

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Se mudó junto a su familia a Medellín, donde relató que pasaba horas sentada tocando el piano, unas largas horas de estudio.

Yo siempre me paraba al lado del piano a mirar, hasta que mi mamá entonces pensó: la niña se ve que le gusta el piano. No sé qué empeño, no sé cómo hizo, pero compró piano. Y, con el piano consiguió profesora”.

A sus 11 años, dio su primer concierto con la Orquesta Sinfónica de Colombia. Además, recuerda a su primera profesora, que fue como su abuela paterna, una pianista que vio en su nieta la pasión por ese instrumento.

Dos años después, viajó a Kansas, en Estados Unidos para estudiar con el profesor polaco Wiktor Labunski, y cuatro años más tarde, aterrizó en Viena, a sus 17 años, con una beca y la ayuda del filántropo y empresario paisa, Diego Echavarría, quien creyó en su talento desde el primer momento que la escuchó.

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“Don Diego después de haberme escuchado dos veces dijo: arréglenle los papeles que yo me encargo de pagar los estudios. Me los pagó durante 10 años casi, la mensualidad para estar en Viena y los gastos”.

Fue profesora en Vassar Collage, en New York, durante 36 años, y luego, en la universidad EAFIT. Sus alumnos la recuerdan con admiración y respeto. Su afición principal es enseñar, se puede decir que lo disfruta tanto como tocar su piano. Estar en Viena no solo la hizo aprender a tocar el piano, sino que aprendió de la rigurosidad de los distintos estilos que pueden sonar en su instrumento. “Me costó, fue muy difícil, casi me botan de la academia porque me estaba demorando mucho”.

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Fue todo un reto personal y profesional ejercer su carrera en el lugar donde pasó el mayor tiempo, su gran amor platónico y compositor, Ludwig Van Beethoven. Por eso, ensayaba de 8 a 12 horas diarias, hasta que caía la noche, sin poder ver durante tres años a su familia.

“Beethoven suena como a vida, a todo lo de la vida, a la felicidad, tristeza, pasión, soledad, todo está en esa música. Es una cosa muy difícil de explicar, pero todavía me conmueve, eso sí”.

Blanca Uribe ha sido solista de las Orquestas Sinfónicas de Berlín, Praga y Viena. También, de la nueva filarmónica de Londres, la Orquesta de Castilla y León, la Orquesta de Filadelfia y las principales orquestas colombianas. Además, ha sido ganadora de la mención de honor en el concurso de Frédéric Chopinn, en Varsovia, uno de los más prestigiosos del mundo.

Aunque recuerda con amor y pasión todo el tiempo que ha pasado frente a su instrumento, no deja de deslumbrar su sonrisa cada vez que sus manos vuelven a tocar. Sin duda, una mujer que le da vida al piano.

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