Avalancha de Armero las separó: hermanas se reencuentran 34 años después tras ser adoptadas
Separadas por la tragedia de Armero, Jennifer y Ángela se reencuentran 34 años después. La búsqueda de su madre biológica las llevó a descubrir su vínculo y reconstruir su pasado.
Hermanas dadas en adopción tras la tragedia de Armero sellan su reencuentro con un anhelado abrazo
Por pura casualidad, dos mujeres que viven realidades opuestas se encontraron 34 años después de una separación que ninguna recuerda. Jenifer de la Rosa, periodista, reside en España, mientras que Ángela Rendón es una comerciante informal en Barrancabermeja. En 2020,Los Informantes
conoció la historia de estas hermanas que estaban buscando a su madre, tras ser dadas en adopción después de la tragedia de la avalancha de Armero.
Jenifer de la Rosa creció en una familia acomodada en Valladolid, una ciudad en el norte de España. Por otro lado, Ángela Rendón creció en Manizales, pero ahora vive en Barrancabermeja. Aunque sus vidas son opuestas, hay algo que las une: un hilo de sangre.
Jennifer de la Rosa fue adoptada por una pareja española, mientras que Ángela Rendón vivió en Manizales con una familia que la maltrataba física y psicológicamente.
Adopción de las hermanas después de la tragedia de Armero
El 13 de noviembre de 1985, Colombia vivió uno de los desastres naturales más catastróficos de su historia. La tragedia de Armero, ocasionada por la erupción del volcán Nevado del Ruiz, dejó más de 25 mil personas fallecidas, además de miles de heridos y desplazados. Ese mismo día, su madre, María Dorian Tapasco perdió a gran parte de su familia.
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María Dorian terminó en Manizales, donde entregó en adopción a sus dos hijas, cada una en un lugar diferente. Jennifer tenía tres semanas de nacida cuando su madre la entregó a una socorrista, mientras que Ángela tenía un año cuando fue dejada en una estación de Policía.
“La adopción mía fue triste. Llegó una señora a la estación de Policía diciendo que ‘le habían dejado una niña a cargo y que mi mamá no llegaba, que no tenía los medios adecuados para tenerme ahí’”, recordó Ángela.
Pocos días después, Jennifer fue entregada a una casa de adopción, donde fue ofrecida a una pareja de españoles que no había podido tener hijos ni había tenido la suerte de poder adoptar en su país.
“En los pocos datos que les habían dado a mis padres, se decía que mi padre había fallecido en la avalancha y que mi madre me había dejado a cargo de una socorrista de la Cruz Roja que estaba en los servicios de auxilio…El ICBF fue el que determinó que yo era apta para ser adoptada”, mencionó Jennifer.
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¿Qué pasaba con los niños?
Para ese entonces, cientos de cadáveres terminaron en fosas comunes, y miles de heridos fueron trasladados a hospitales en diferentes ciudades, perdiendo para siempre el rastro de sus seres queridos. La mayoría de los niños huérfanos fueron adoptados casi sin la vigilancia del Estado.
“Mientras todos los periodistas estaban centrados en Omayra, se estaban robando niños ahí mismo, durante la tragedia… Se recibieron testimonios de personas que cogieron niños del barro, se los llevaron y los adoptaron”, afirmó Francisco González, director de la Fundación Armando Armero. González, quien creció en Armero y perdió a su padre y hermano en la tragedia, se propuso desde entonces no dejar morir nunca la memoria de su pueblo.
Hace más de una década, creó la fundación y trabaja sin descanso para reunir a las familias que lo perdieron todo con la erupción del volcán. “Vendieron muchos niños, otros los adoptaron de manera exprés, por conductos regulares o irregulares… Mientras las madres estaban en los hospitales recuperándose de sus heridas, cuando salían al mes o dos meses, empezaban a buscar a sus hijos…En esa tristeza y esa lucha llevan 34 años buscando”, reveló.
Ya se cumple 39 años de la tragedia de Armero y aún miles de familias buscan a sus hijos que quedaron en medio de la catástrofe.
Los Informantes
Reencuentro hermanas dadas en adopción
Tras una intensa búsqueda para dar con el paradero de su madre, María Dorian, no pensaron que se encontrarían una a la otra. Ambas querían saber sobre su pasado, de dónde venían, y empezaron a construir el rompecabezas de sus vidas.
Ángela quiso contar su historia en los medios de comunicación con la esperanza de que llegara a oídos de su madre. Un año después, Francisco González la contactó y le dijo que muy probablemente tenía una hermana.
Jennifer había encontrado en internet la nota de prensa en la que su hermana buscaba a su madre, quien tenía el mismo nombre que la mujer que aparecía en los papeles de su adopción.
Centenares de sobrevivientes de la tragedia de Armero se realizan pruebas de ADN para encontrar a sus familiares.
Tras una prueba de ADN, se confirmó que ambas sí eran hermanas y que tras la tragedia de Armero fueron separadas. Así lo confirmó Juan José Yunis, médico genetista, quien ha dedicado su vida a recoger muestras de ADN de centenares de sobrevivientes.
Jennifer viajó a Colombia y selló el reencuentro con un anhelado abrazo. No obstante, ambas siguen luchando por saber qué pasó con su madre biológica. “Solo queremos saber cuáles son nuestros orígenes, qué fue lo que pasó, para poder estar tranquilas”, concluyó Jennifer.