El pastuso Héctor Palacios llegó a China hace años, gracias a una beca para estudiar, a pesar de las dificultades que suponía no saber hablar el idioma se amañó y terminó quedándose a vivir. Allá conoció el amor, se casó y tuvo un hijo. Un día, quería encontrar la manera de darle las gracias a ese país por todo lo que le había brindado y terminó cantando vallenato en mandarín. Su ingeniosa idea se ha convertido en un puente entre las dos culturas.
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lo sorprendió y su estadía se alargó casi un año. Hoy ya se encuentra junto a su esposa e hijo y sigue con la idea de conectar las dos culturas al son del vallenato. Sueña con algún ser al menos nominado a los Premios Grammy
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