A cualquiera, la vida le puede cambiar en un segundo. Así le pasó a Gabriel Pardo, un exitoso ejecutivo colombiano, en una carretera de Estados Unidos, cuando atropelló a un ciclista y por una mala decisión terminó en la cárcel, lejos de su país y de su familia. Sin embargo, enderezó su camino, se enamoró de una antigua excompañera de estudio y salió de una celda derecho al altar.
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Los Informantes habló con él a inicios de 2023, durante un permiso para salir de la prisión en la cual llevaba siete años por atropellar a un ciclista y no auxiliarlo. Estaba a pocas horas de casarse con Ximena López, una excompañera de la universidad en Bogotá.
Ambos estudiaron zootecnia, aunque en la época estudiantil nació el amor, luego se separaron y cada uno hizo su vida: ella en Colombia con su esposo, dos hijos y un buen trabajo y él en Estados Unidos con una americana, tres hijos y el acelere de un alto ejecutivo de una multinacional en Delaware. Sin embargo, luego ambos terminaron separados.
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El accidente de tránsito que le cambió la vida
El 12 de septiembre de 2014, Gabriel salía de un almuerzo en un restaurante, se había tomado unos tragos, pero se sentía bien. Recogió a sus hijos en un entrenamiento, fueron a un supermercado, salieron de vuelta a la casa por una carretera estrecha, curva y sin mayor visibilidad a las afueras de Delaware, cuando atropelló a un ciclista.
“Yo no vi a la persona, no pude frenar porque pasó en un segundo, pero yo sí lo vi cuando ya iba en el aire, yo sabía que había atropellado a una persona”, aseguró Gabriel.
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Es fácil condenarlo sin haber estado ahí, a 300 metros de su casa y donde siguió derecho, preso del miedo de ir con sus hijos a bordo, todos menores de edad, de ser un inmigrante en un país ajeno y enfrentarse a lo que acababa de pasar.
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“Yo lo resumo como una mezcla entre egoísmo y cobardía o también instinto de supervivencia que sigue siendo egoísmo”, afirmó Pardo.
Gabriel dice que el ciclista iba invadiendo su carril y probablemente bajo los efectos de la marihuana y no lo vio. Lo cierto es que al otro día, cuando su exesposa lo llamó alarmada porque el accidente salía en las noticias, ya no pudo huir de lo que había pasado.
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Con el ciclista muerto, Gabriel se entregó a la Policía y se desató la indignación de todo el pueblo. Con tanta presión mediática, el juicio terminó con una condena por homicidio culposo que empezó a pagar en una cárcel de máxima seguridad como si fuera un criminal de altísima peligrosidad.
"Yo no quise matar a esa persona, no lo conocía, no tenía una intención, no fue que yo no frené, yo no lo vi, iba en mi carril. Tengo mea culpa de 'no me debí haber montado en el carro así hubiera pasado 4 horas después del último trago que me había tomado, de no haber parado también y asistido'”, recordó Gabriel en Los Informantes.
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Así nació un amor por correspondencia
Lejos de su país, de sus hijos y del resto de su familia, recibió la primera carta de Ximena en plena pandemia, cuando ya pocos acordaban de él.
Ahí empezó un amor por correspondencia y llamadas virtuales que la llevaron a ella a empacar maletas desde Bogotá a Delaware para estar más cerca de Gabriel y poderlo visitar. “Me enamoraron como esas ganas de seguir”, aseguró Ximena.
Los Informantes los acompañó el día de la boda y fue testigo de cómo es posible ganarse, con amor, una segunda oportunidad.
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