Dicen algunos que en el mundo de los negocios hay que ser como un tiburón: ágil y voraz. Pues en Medellín hay una niña inteligente y con una ternura sorprendente que rompe por completo con ese molde. Allison Avendaño logró conquistar a un grupo de empresarios para que invirtieran en su escuela digital para niños emprendedores como ella. Los Informantes recibió lecciones de esta niña que sueña con cambiar el mundo.
“Lo que yo quiero mostrar es que los niños y jóvenes necesitamos aprender nuevas cosas, somos una generación alfa, pero aparte de eso, somos una generación de fuego, es decir, con cualquier cosa no vamos a pagarnos, sino que vamos a dar más allá ese fuego que tenemos para contagiar a otros, para ayudar a otros y para crear a partir de quienes nosotros somos”.
Escuchar a Allison Avendaño con esa llama encendida, hablando de empresas, de emprendimiento, de marketing digital, de cambiar el mundo es difícil de creer, es que habla con tanta lucidez que uno queda con la boca abierta, esta niña tuvo la valentía para creer que se podía soñar en grande. “Realmente empezamos con pasos pequeños como la educación en casa, somos creativos, somos creadores. Nosotros podemos hacerlo, esas palabras refuerzan. Yo soy muy curiosa y en sí todos somos curiosos en algún momento, lo que hay que hacer es curioso con sabiduría”.
Con solo 11 años, 1.50 m, un carisma que envidiaría cualquier empresario, Ally, como la conocen en el mundo digital, es la directora ejecutiva de Digitally School, una innovadora escuela para emprendedores entre los 7 y 14 años, con más de 150 estudiantes en Colombia, Estados Unidos y Europa, un sueño que empezó como un juego de niños. Se hizo famosa por su participación en Shark Tank, donde logró a punta de inteligencia y ternura una negociación millonaria y como a nosotros los dejó sin palabras.
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“Nos contactaron de Shark Tank Colombia, nos dijeron ‘hola, queremos que participes en el programa’ y mamá pensó que era una estafa. Antes de salir a contar a los tiburones me preparé, yo pensé esto lo alineo con esto, me preparé mucho, practiqué, me grabé”
Detrás de esa niña flaquita, de trenzas, se esconde una empresaria superpoderosa, fuerte, ágil e inteligente como un tiburón en el mundo de los negocios, durante meses estudió a cada uno de los inversionistas y escribió un texto que los derritió. Uno a uno iban cayendo con el encanto del efecto Ally.
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“Cuando estaba hablando, hablé de mi propósito, de lo que estaba en mi corazón para poder compartírselos a ellos, cuando estaba con el mensaje hice las páginas con mucho amor y con un mensaje que sabía que iba acorde al propósito que ellos y yo teníamos”. El propósito más grande es que los niños puedan acceder a la educación.
La propuesta de Allison era muy clara, necesitaba 15.000 dólares para impulsar su empresa, su escuela digital para niños, invertir en un computador, cámara y capacitación para mejorar la calidad de los cursos, también para abrir nuevos mercados y tener socios poderosos. Los tiburones reconocieron la valentía y sin dudarlo aceptaron cada una de las condiciones del negocio que lucía muy prometedor y hasta le aplaudieron de pie.