No es un sismo político como el que sacudió al país esta semana, son miles de movimientos telúricos que mantienen el Volcán Nevado del Ruiz en alerta. Por ejemplo, el pasado 29 de marzo se registraron 11.000 sismos, la cifra más alta desde que se inició el monitoreo del Volcán en el 85. Todas las agencias de expertos lo vigilan cada segundo y hay 25 soldados del Ejército Nacional que viven a escasos kilómetros y que no le quitan el ojo de encima. Los Informantes subió hasta el Cerro Gualí montó guardia y durmió con un ojo abierto al pie del volcán.
“Es difícil predecir su comportamiento y hay veces donde él reacciona o acciona también dependiendo de la climatología”, el capitán Andrés Castillo del Ejército Nacional habla de lo impredecible que puede ser el comportamiento del cráter Arenas del Volcán Nevado del Ruiz por estos días. Él y sus hombres están a solo 6.4 kilómetros de este gigante inquieto en una base en el Cerro Gualí, son testigos de su personalidad peligrosamente variable cuando amanece y está despejado el volcán deja ver su columna de fumarola para avisar que está activo.
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“Hay días donde se ve más nevado, hay días que amanece sin nieve, hay días donde no hay interacción de ceniza o de vapor y hay días donde sí es bastante constante, pero pues cada día nos sorprende de una manera muy distinta”. Parece tranquilo sobre todo en los últimos días, pero según el Servicio Geológico Colombiano a través de detección satelital en el cráter, hay presencia de material muy caliente cerca de la superficie y advierte también que en ocasiones anteriores después de presentar cambios importantes el Volcán Nevado del Ruiz ha mostrado disminución en su actividad antes de una erupción, por esa aparente pasividad y el poder destructivo que tiene es conocido como el león dormido.
“Los olores de azufre que son a veces muy fuertes, el ardor que genera en la pues en las fosas nasales, la ceniza también pues dependiendo su tamaño que entran en los ojos y por eso los elementos de protección que ellos tienen ahorita para su uso”. Nosotros estuvimos ahí en el Cerro del Gualí, frente al Ruiz, con el capitán y sus 24 soldados que tienen entre 19 y 23 años. Vigilan este gigante las 24 horas, los siete días de la semana, a 4.200 metros de altura sobre el nivel del mar, soportando un frío que intenta doblegarlos, porque muchos vienen de la costa, también casi sin oxígeno y con el antecedente que este volcán ya le cobró la vida 27.000 personas en 1985.