Después del colapso de las Torres Gemelas tras los atentados de ese terrorífico 11 de septiembre del 2001, sin descanso, en turnos de 24 horas, durante 230 días, los equipos de rescate y limpieza se dedicaron a buscar sobrevivientes, restos de las víctimas y a limpiar el desastre. Un trabajo durísimo y peligroso: recoger y quitar escombros, remover mugre y aspirar. El peor ataque en la historia de los Estados Unidos dejó, además de los muertos y las heridas, otros damnificados de los que nadie se acuerda.
Los Informantes conoció en el 2018 a dos colombianas que, aunque no estuvieron cerca cuando ocurrieron los ataques terroristas, teminaron con la vida hecha polvo por la humareda.
“El sueño americano quedó en sueño porque se convirtió en una pesadilla, en un trabajo constante de sobrevivir a estos problemas de salud y las altas y bajas que tiene uno cuando los dolores son insoportables”, afirmó Rubiela Arias.
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Esta mujer tiene problemas graves para respirar, afecciones en la piel, desmayos, dolores de huesos y otras dolencias que no la dejan en paz.
“Todos los días vivimos con los recuerdos de las personas que murieron allí porque hacen parte de nosotros, absorbimos muchas de las personas que murieron ahí, en nuestra respiración y en todo. Entonces, el 9/11 con los problemas de salud está ahí presente”, señaló.
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Nora Triviño y Rubiela Arias se fueron de Colombia a buscar una mejor vida a los Estados Unidos. Poco tiempo después de llegar, el mundo que soñaron voló en mil pedazos, pero con el estallido de las Torres Gemelas apareció la oportunidad de ganar dinero.
¿Cómo fue el trabajo en la Zona Cero?
La ciudad de Nueva York necesitaba manos para limpiar las 1.8 millones de toneladas de escombros que dejó una de las tragedias más grandes que han conmocionado al mundo.
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"Yo trabajé exactamente en el área en la Zona Cero y lo más impactante era cuando encontraban una persona, inclusive en el edificio había piernas, brazos y cuando los Bomberos y la Policía encontraban los cuerpos siempre sonaba la sirena”, recordó Rubiela.
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Mientras trabajaban en la zona del desastre, respiraban capas de polvo mezclado con partículas de concreto pulverizado, metales de todas las clases, asbesto, plomo y más.
No hay medicinas ni hospitales ni dinero que valga porque ellas no tienen esperanzas de mejorar. Eran tanto el afán y el desconsuelo que hicieron su trabajo sin la protección adecuada, como si llegaran a limpiar una oficina cualquiera.
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Hoy, en el lugar de los hechos hay un monumento con los nombres y apellidos de las personas que murieron, pero mientras unos hacían el duelo, otros como Rubiela y Nora empezaron a enfermar.
"Yo tengo problemas respiratorios, fibromialgia, problemas de sinusitis, rinitis crónica, me da también mucho dolor en el pecho”, aseguró Rubiela.
Las dos colombianas no son las únicas, según cifras oficiales del gobierno de los EE. UU., después de los ataques a las Torres Gemelas, atendieron a más de 18.000 personas con algún tipo de problemas de salud, especialmente respiratorios que están vinculados directamente con la nube tóxica que respiraron durante meses.
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