Forrado en los huesos, así encontró Wesley White a Winston, un perro náufrago al que solo lo mantenía en pie su entusiasmo.
Era un esqueleto con corazón de lucha, al que el fotógrafo encontró casi sin vida en una pequeña isla frente a la costa de Belice, en el Caribe.
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Wesley sintió pena por este perrito que no le quitaba los ojos de encima y, entonces, supo qué hacer. Han pasado casi tres años desde ese momento.
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Hoy, Winston, el perro náufrago, es una mascota feliz.
Fue adoptado por Wesley White, el fotógrafo, y su vida transcurre con una única certeza: ser leal y hacer feliz a su benefactor y, de paso, a toda su familia.