De tanto vagar sin rumbo se ganó su nombre. Es Vaguito, el perro solitario al que el mar le arrebató su tesoro más preciado. Todos los días, se planta durante horas en una playa de Punta Negra, un distrito de Lima, en Perú, y escudriña cada ola a ver si aparece su dueño, un pescador que se embarcó en una faena sin retorno. Todo el pueblo lo sabe: el hombre falleció hace tiempo.
Será por eso que, ante tanta lealtad, sus pobladores han decidido adoptar a Vaguito, un alma libre, pero triste, que le pone el pecho a la brisa. A ver si algún día se puede reunir con su compañero, pero eso será en otra vida.