El pianista Paul Barton dio un concierto inédito , ante un inquieto auditorio, en Tailandia. A ritmo de Beethoven, calmó los ánimos de un grupo de monos hambrientos.
Un desafío musical que podría llevar a la locura a cualquier músico, pero no a este paciente y talentoso intérprete.
Pese a las interrupciones, Barton demostró su habilidad frente a las 88 teclas del piano y, al mismo tiempo, llamó la atención del mundo sobre las necesidades de esta especie, también víctima de la pandemia.
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Y es que el coronavirus dejó a esta zona de Tailandia sin su principal fuente de alimento: el turismo.
Un momento único y una pieza imperdible en la banda sonora de la vida.
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