Una humilde pero emotiva fiesta de 15 años fue celebrada en la plaza del Centenario, bajo el templete de Ciénaga, en Magdalena.
Wendy, de nacionalidad venezolana, quiso festejar allí a su hija porque aseguró que a ese municipio “le debo mucho”.
La corta celebración fue transmitida a través de Ciénaga a un clic. El reportero contó que “una mamita que no tenía cómo celebrarle el quinceañero a su hija decidió entregarle esta sorpresa porque carece de recursos y por eso la mamita acudió a unos amigos y pudo conseguir el número 15, estos globos con la familia, porque no tiene cómo celebrarlo y esto fue lo que a ella se le ocurrió, hacer esta celebración”.
La joven festejada llegó con un vestido azul que su mamá obtuvo con esfuerzo y al estar en el templete bailó el val con sus padres, algunos amigos y su abuelita, quien debe usar silla de ruedas porque tiene dificultades para caminar y sufre de discapacidad visual.
“Sabes que tu mamá te adora con toda su alma y que daría mi vida por ti y por todos tus hermanos. Perdóname lo poco, perdóname por ser la mamá que te tocó, pero esta fue la mamá que te tocó”, le dijo Wendy a su hija María Victoria, que nació en Venezuela y hace 6 años llegó a Ciénaga, el hogar de su papá y del que, afirma, no quiere irse.
La humilde familia vive en el barrio La Alborada y se llevó la admiración de algunas personas. Incluso, una de ellas, le regaló 50.000 pesos a la quinceañera, algo que conmovió a su mamá.
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María Victoria solo tuvo palabras afectuosas para sus papás por la fiesta de 15 años, que pensó que no tendría. “Estoy feliz, así sea muy poquito, pero me siento muy agradecida con los dos”, expresó.
El regalo que recibió la adolescente fue un ramo de rosas con un girasol. “Teníamos 30 mil pesos”, dijo la mamá al contar detalles de ese obsequio.
Padre llora porque su hijo no fue a la fiesta que le preparó
Víctor Manuel Alonso Ramos
no pudo ocultar el dolor que sintió porque a su hijo, que había cumplido 8 años, no le dieron permiso de ir a la fiesta que le organizó.
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El hombre, que reside en México, dijo con la voz quebrada: “No me permitieron a mi hijo traérmelo para su cumpleaños. Todo esto es para mi hijo, pero no vino. Voy a tener que regalar el pastel”. Y al tiempo que comentaba eso empezaron a llegar niños del barrio para recibir una tajada del postre que el padre desconsolado había comprado para su hijo pequeño.