Unas skaters bolivianas se deslizan suavemente por la vida y, con tabla en mano, rompen estereotipos de género y cultura. Las deportistas se sienten orgullosas de ser cholitas y así se lo demuestran al mundo en las redes sociales.
Solo hay que verlas con sus polleras, mantas y sombreros coloridos, para darse cuenta que estas skaters bolivianas son más que unas jóvenes montadas en una tabla.
Son indígenas aimaras que han celebrado el Día de la Independencia de Bolivia practicando el deporte que más les gusta y el cual les ha permitido reivindicar sus raíces. De sus gestas sobre una tabla hablan documentales como uno realizado por Nat Geo, que puso sus ojos en el colectivo femenino conocido como Imilla Skate.
Sus comienzos no fueron fáciles en este deporte mayoritariamente masculino.
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Estas skaters bolivianas han caído un millón de veces, las mismas que han sabido levantarse y seguir rompiendo estereotipos de género y cultura. Muchas aprendieron a montar después de los 20 años y lo han hecho a fuerza de querer.
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Sus polleras o faldas son símbolo de lucha por la libertad y, claro, un legado de resistencia de las mujeres bolivianas que este grupo espera perpetuar.
Imilla Skate, desde Cochabamba, es una nueva generación que hace historia.
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