Alejandro Navarro es, para muchos, el mejor profesor del mundo, o por lo menos el más comprometido. Durante años trabajó en la ciudad Del Río de Texas, Estados Unidos , y hasta casi su último aliento estuvo dedicado a la enseñanza.
Su hija, Sandra Venegas, compartió la historia en redes sociales: “Este es mi papá el día antes de que falleciera, preocupado por acabar de revisar los reportes de sus estudiantes. Sabía que terminaría en urgencias y por eso se llevó el computador”.
Pese al inmenso orgullo que su padre le despertaba, Sandra hizo una importante reflexión sobre el exceso de trabajo de los docentes.
“La última vez que lo vi fue el lunes. Él se la pasó trabajando las dos horas que estuve en su casa. Desearía haberle cerrado el computador y disfrutado tiempo junto a él”, dijo.
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Y agregó: “Los profesores hace muchas horas extras, horas que ni ellos perciben. Incluso durante la pandemia, ellos se preocupan por completar sus tareas”.
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Por último, la hija del maestro agradeció a todos aquellos que se dedican a enseñar, pero pidió a los familiares “que no los dejen trabajar en casa; necesitan normalizar su trabajo. Son reemplazables en su trabajo, pero no en casa”.
“Papá, todos te extrañaremos, te amo”, apuntó al despedirse del maestro Alejandro, quien falleció debido a problemas cardíacos.