Existen mil maneras insólitas de morir y el protagonista de esta historia estuvo realmente cerca de sufrir una en la ciudad rusa de Oremburgo.
El hombre encendió un cigarrillo dentro de un ascensor, la llama terminó en contacto con un líquido inflamable que tenía en la mano y el fuego apareció de golpe.
Hasta su abrigo acabó envuelto en llamas… por más que el hombre luchaba, no lograba extinguir el fuego.
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Tan dramático resultó el momento que se desmayó por unos segundos.
Cuando el ascensor se abrió, recuperó el aliento y, con gran dificultad, salió de ahí, Estaba, literalmente, ardiendo.
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Se supo luego que sufrió varias quemaduras, pero vivió para contarlo.
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