El mar es una vasta extensión de agua salada que cubre aproximadamente el 70% de la superficie de la Tierra. Es parte del sistema interconectado de todas las aguas oceánicas, incluyendo los océanos Atlántico, Pacífico, Índico, Meridional y Ártico. Los mares son generalmente más pequeños que los océanos y suelen estar parcialmente rodeados de tierra.
El agua del mar contiene una mezcla de sales, principalmente cloruro de sodio, y su salinidad varía dependiendo de la ubicación y la profundidad. Los océanos juegan un papel crucial en la regulación del clima, el ciclo del agua y el carbono, y son hábitats vitales para una gran diversidad de vida marina. Quizá alguna vez en su vida se haya preguntado por qué el mar es salado, esta es la respuesta.
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Este es el origen de la sal en los océanos
La salinidad del agua marina, que promedia un 3,5%, es el resultado de un prolongado proceso de erosión y transporte de minerales desde el interior de los continentes hasta los océanos. Cuando el agua de lluvia cae sobre la superficie terrestre, no lo hace completamente pura. Al pasar a través de la atmósfera, reacciona con el dióxido de carbono formando ácido carbónico, lo que la convierte en una solución ligeramente ácida, así lo explicó National Geographic en un informe.
Esta lluvia ácida, al entrar en contacto con las rocas, desencadena procesos de erosión física y química, liberando minerales y sales que se disuelven en el agua. Estos compuestos son transportados por arroyos y ríos hacia los mares. Durante millones de años, este flujo constante de minerales ha incrementado la salinidad de los océanos. El primero en teorizar sobre este proceso fue Edmund Halley, célebre por descubrir el cometa que lleva su nombre. Halley planteó que los minerales transportados por los ríos eran responsables de la salinidad oceánica. Aunque su teoría sigue siendo válida, investigaciones más recientes han identificado otros factores que también contribuyen.
Otras fuentes de sal en el mar
Además de la erosión continental, fenómenos geológicos como las erupciones volcánicas submarinas y los respiraderos hidrotermales del lecho oceánico aportan sales y minerales a las aguas profundas. Estos respiraderos emiten fluidos ricos en elementos como cloro, azufre y metales pesados que se disuelven en el agua marina, según explicaciones del informe citado.
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Otra fuente importante son los depósitos subterráneos de sal conocidos como domos salinos. Estos se formaron hace millones de años a partir de antiguos mares evaporados y, aunque están enterrados bajo tierra o bajo el fondo marino, pueden liberar minerales al océano con el paso del tiempo.
Hay diversidad de sales en el mar
La salinidad de los océanos no es uniforme y varía significativamente en diferentes regiones del planeta. Factores como la evaporación, las precipitaciones, el aporte de agua dulce por ríos y deshielos, e incluso la temperatura del agua, juegan un papel fundamental en estas variaciones.
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Por ejemplo, el mar Rojo es uno de los cuerpos de agua más salados del mundo, con concentraciones que pueden superar los 42 gramos de sal por litro debido a su alta tasa de evaporación y escaso aporte de agua dulce. En contraste, el Atlántico y el Pacífico presentan salinidades promedio de entre 33 y 36 gramos por litro, mientras que los polos, donde el agua dulce de los glaciares se mezcla con el océano, tienen niveles más bajos.
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La química que hay en el mar
Aunque el cloruro de sodio es el componente principal de la salinidad marina, el agua de mar contiene pequeñas cantidades de casi todos los elementos de la tabla periódica. Magnesio, potasio, calcio y azufre son algunos de los minerales más abundantes después del sodio y el cloro. Incluso hay trazas de metales preciosos como oro y plata, aunque su concentración es tan baja que no es económicamente viable extraerlos. Este hecho intrigó al químico alemán Fritz Haber, quien a principios del siglo XX intentó desarrollar un método para extraer oro del agua de mar, aunque sus esfuerzos resultaron infructuosos.
La salinidad de los océanos es, en última instancia, el resultado de un proceso acumulativo que ha moldeado nuestro planeta durante millones de años. Los ríos, las rocas, los volcanes y los respiraderos hidrotermales trabajan juntos para enriquecer el agua marina con los elementos que conocemos como sal. Hoy, el océano no solo es el hogar de una increíble biodiversidad, sino también un inmenso reservorio químico que guarda las huellas de su historia geológica y el dinamismo de los procesos que aún modelan nuestro planeta.