Niño de 9 años se destaca como un prodigio en el mundo del tatuaje: "Me gusta el arte"
El padre del pequeño tatuador explicó que lo acercó a este tipo de arte porque era "adicto a los juegos y no tenía mucha capacidad de concentración". Vea aquí su trabajo y lo que desea hacer en el futuro.
Napat Mitmakorn, tatuando a su tío en la 2025 Thailand Tattoo Expo de Bangkok, el 15 de marzo de 2025.
Napat Mitmakorn tiene tan solo nueve años, pero ya maneja con gran habilidad la pistola de tatuar y afirma sin dudar que de grande quiere ser tatuador: "Me gusta el arte, por lo tanto, me gusta tatuar", dice.
"Quiero ser tatuador y abrir mi propio salón", dice en un local donde los vistantes sorprendidos miran como sus manos enguantadas dibujan una larga serpiente en el muslo de su tío.
El tatuaje es una tradición ancestral en Tailandia, donde los salones omnipresentes proponen todo tipo de motivos, desde los más tradicionales hasta los más modernos y profanos.
Napat Mitmakorn, niño tatuador tailandés de solo nueve años.
MANAN VATSYAYANA/AFP
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¿Cómo el niño se volvió tatuador?
El padre de Napat Mitmakorn, Nattawut Sangtong, tatuador aficionado, cuenta que inició su hijo al arte del tatuaje para distraerlo: "Quería simplemente alejarlo de su teléfono porque era adicto a los juegos y no tenía mucha capacidad de concentración".
Al igual que su padre, Napat aprendió el oficio gracias a videos en la red social TikTok y antes de tatuar a personas se entrenó en hojas de dibujo y luego en cortes de cuero artificial que simulan la piel humana.
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En la escuela, el arte era la materia preferida del joven tatuador, a quien su padre seis horas semanales para que perfeccione la técnica. "No es solo tatuar, se ha convertido en meditación", dice Nattawut Sangtong, que con su hijo administra una cadena TikTok, sobre el tema que se llama "El tatuador con dientes de leche".
En esa cadena difunden en directo sus sesiones de tatuaje y atraen a centenas de miles de espectadores. El sábado pasado, Napat Mitmakorn realizó su primera sesión pública en un salón de la capital tailandesa, tatuando durante doce horas una serpiente de 20 centímetros en el brazo de su tío.
Napat Mitmakorn, un niño de nueve años, empuñando una engorrosa pistola de tatuar con manos de niño inundadas por guantes quirúrgicos de adulto.
MANAN VATSYAYANA/AFP
Por ahora, su padre insiste en que solo trabaja con familiares y amigos, ya que ofrecer los diseños de su hijo a otros clientes exigiría una formación más rigurosa en materia de higiene.
Pero Naruebet Chonlatachaisit, el tío del precoz tatuador, se muestra muy tranquilo mientras que la serpiente va apareciendo en su muslo izquierdo. "Confío en él y creo que solo puede mejorar", asegura.
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Napat Muangsawang, un visitante de la exposición, se detuvo en el stand del chico para admirar su meticuloso arte. "Es asombroso. Tatuar no es fácil. No es como dibujar en una hoja de papel que puedes borrar", afirma.