Ainslie Maher decidió renunciar a su trabajo para dedicarse de tiempo completo a salvar animales condenados al matadero y darles no solo una segunda oportunidad, sino la mejor vida posible.
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Esta australiana creció en el campo, al que abandonó para ir a buscar fortuna en la ciudad, pero solo necesitó unos años para darse cuenta de que debía regresar.
Basta con verla para darse cuenta que encontró su misión en la vida: salvar animales como Moo y Kim, dos vacas que iban directo al matadero.
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Con sus ahorros, levantó una granja en las afueras de Sydney y la ha convertido en un santuario animal. Vacas, terneros, caballos, cualquier ser indefenso y maltratado tiene derecho a cariño y pasto fresco en ese lugar.
Todos, empezando por la mismísima Ainslie, se dan la gran vida en el santuario, donde una cama de aserrín y una bocanada de libertad son suficientes para sentirse a salvo.
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