La batalla parecía perdida hasta que apareció el otro felino. Unidos, además de ganar, dieron una lección de amistad.
Red, un león que daba un paseo tranquilamente, se vio sorprendido por el particular sonido que emiten las hienas.
En un parpadeo ya estaba rodeado por el clan de hienas manchadas, una especie que tiene como característica espantar a los grandes depredadores.
Comenzaron a rodear al león y, aunque este era mucho más fuerte, era difícil saber si podía escapar ante una de las mordeduras más fuertes entre los mamíferos.
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Conscientes de su superioridad numérica, las hienas encerraron al rey de la selva y lo atacaron con sus afilados dientes. Red trató de defenderse, y aunque incó sus colmillos en algunos de sus rivales, le resultó imposible luchar solo contra la manada.
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Mientras Red peleaba por sobrevivir, a lo lejos se notaba otra presencia felina. Se trataba de Tatu, un león que marchó decididamente hacia el campo de batalla y empezó a emitir rugidos que las hienas no pudieron ignorar.
Hombro a hombro, Red y Tatu lanzaron mordiscos y gruñidos, haciendo que el clan desistiera del ataque y huyera.
Como si se tratara de una celebración o de un gesto de agradecimiento, los dos leones frotaron sus cabezas y se echaron en el suelo tras un tensionante duelo en el que la amistad ganó.
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