Sakae Kato era un trabajador de construcción, pero un día dejó esa vida atrás para dedicarse a cuidar a los animales abandonados en la ciudad de Fukushima, Japón, zona nuclear que quedó desierta tras el desastre atómico del 2011.
Y la razón por la cual este hombre, de 57 años, tomó esta decisión fue porque durante su trabajo de demolición de casas , tras la catástrofe, encontró muchas mascotas muertas que fueron abandonadas por sus amos, confesó para Reuters.
Fueron alrededor de 160 mil personas que huyeron de la ciudad, según cifras de las Asociación Nuclear Mundial. Sin embargo, Kato no abandonó su casa, que ha sido propiedad de su familia durante tres generaciones.
Ahora cuida de 41 gatos, un perro llamado Pochi e incluso admitió que también cuida de los jabalíes que rondan por su vivienda.
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Le cuesta 7000 dólares al mes - un poco más de 25 millones de pesos- cuidar de los animales.
"Quiero asegurarme de estar aquí para ocuparme del último. Después de eso quiero morir, ya sea un día o una hora después", manifestó Sakae Kato para Reuters.
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De acuerdo con el medio The Japan Times, Kato fue arrestado en febrero porque presuntamente liberó a un jabalí de una de las trampas puestas por el gobierno , ya que este animal es considerado como una plaga que destruye los cultivos en ese país.
La descontaminación de la radiación en dicha zona ha hecho que el Gobierno se plantee alentar con 18.328 dólares -un poco menos de 66 millones de pesos- que los ciudadanos que fueron afectados por el accidente nuclear regresen a repoblar Fukushima