Unas fieras de peluquería se han viralizado en redes sociales, porque se han convertido en un desafío permanente para quienes se han especializado en atenderlas tanto en higiene como en estética.
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Son clientes muy especiales, exigentes y bien nutridos. Coco siempre va al ataque cada vez que recibe su ritual de baño. Es uno de los usuarios más complicados de una peluquería en Rusia y con el que cualquier acuerdo parece imposible.
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Ksenia Grumer, una experimentada peluquera de mascotas, lo sabe. Cada sesión con Coco es un desafío y le encanta. Pero Coco no es el único. Michelle es una verdadera fiera a la que se le embolatan los modales cuando recibe su limpieza de oídos.
Es un oficio que exige demasiada entrega y cariño para entender el temperamento de las mascotas, no lastimarlas y dejarlas como si fueran miembros de la realeza: bellas, perfumadas, rozagantes y, de paso, tranquilas.
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Cada sesión compartida por Ksenia en Instagram es un regalo para sus seguidores, quienes, además de fieras, tienen la oportunidad de disfrutar también del amor a primera vista, como el profesado por Jim, uno de los peludos clientes de la peluquera que le recuerdan porque escogió esta profesión.
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