En la vida hay que dar saltos de fe y Natalie Bentos-Pereira lo sabe. Un día, cuando tenía tan solo 11 años, despertó con un dolor en sus piernas y no volvió a caminar.
Había sufrido una lesión cerebral y los pronósticos médicos no eran alentadores. Los padres de Natalie, sin embargo, jamás se lo dijeron a su hija; por el contrario, la animaron a luchar por su recuperación.
Años de trabajo duro y mucha perseverancia empezaron a dar frutos. Había convicción y eso se veía en cada paso conquistado. Disciplina y pasión se unieron para que hoy, cinco años después, Natalie sea el testimonio de un proceso increíble.
Para Margaret, su mamá, nadie es Dios para saber qué le depara el futuro, lo cierto es que nunca hay que rendirse. Natalie sabe que hay que vivir un día a la vez y ahora sueña con ser enfermera y motivar a otros a dar grandes pasos de alegría.
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