Christopher Gillette es el único que le puede susurrar al oído al gran Mac, un cocodrilo que llegó moribundo a su reserva en Estados Unidos, después de ser atropellado por un vehículo cuando intentaba cruzar una carretera.
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Poco o nada amedrenta a Gillette en su afán por atender a sus pacientes y, de paso, llenarlos de mimos. Bueno, guardadas las proporciones del término, considerando que son animales salvajes.
Su vínculo, además de científico, es de respeto, lo que le ha permitido un grado de cercanía poco usual con varias de estas especies que van desde el cocodrilo americano, pasando por el del Nilo, el Orinoco y hasta el cocodrilo cubano.
Ninguna de las gigantes y peligrosas mandíbulas de los reptiles se ha atrevido a morder a Gillette, a quien consideran su benefactor, aquel que sana y provee alimento.
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Con más de 5.000.000 de seguidores, este encantador de cocodrilos ya tiene un lugar asegurado en el salón de la fama de las redes sociales y, por supuesto, del mundo reptil.
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