Aproximadamente 5 millones de colombianos residen en el exterior, según informes del Ministerio de Relaciones Exteriores. Aunque para muchos la migración representa una oportunidad para cumplir sueños y metas, para otros se convierte en un camino lleno de obstáculos e incertidumbre. Este es el caso de un joven colombiano que llevaba 22 noches durmiendo en el aeropuerto de Madrid.
La historia de Pablo, como ha sido identificado, ha dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales debido a la difícil situación que enfrenta. Desde entonces quedó varado en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas por una fuerte crisis económica que afronta
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Fue el periodista Quique Vásquez quien dio a conocer su historia a través de su canal de YouTube, donde relata experiencias de migrantes alrededor del mundo. Su caso ha conmovido a muchos, especialmente porque en medio de la entrevista, el hombre admitió que ha tenido que alimentarse con restos de comida que encuentra en las canecas de basura del aeropuerto.
La dura travesía de un colombiano lleno de sueños
Pablo, un joven de 29 años oriundo de Villavicencio, Meta, partió de Colombia con una maleta llena de sueños y la esperanza de encontrar un futuro mejor en Europa. Su destino inicial era Estados Unidos, pero las recientes restricciones y la incertidumbre del viaje lo hicieron cambiar de rumbo.
El joven optó por una vía "más segura" y compró un boleto a Suiza, donde una persona, a quien había contactado por redes sociales, le prometió un trabajo. Sin embargo, su llegada a Zúrich el 7 de febrero marcó el inicio de una pesadilla. Al aterrizar, nadie lo esperaba. “Esperé en el aeropuerto, pero nunca llegaron por mí”, contó con frustración. Con poco dinero en el bolsillo, se hospedó en un hostal cercano, pero pronto se quedó sin recursos y terminó regresando a la terminal aérea.
Según relató Pablo, las noches en el aeropuerto de Suiza eran frías y difíciles. La seguridad lo desalojaba constantemente, y sin opciones claras. Dos azafatas, conmovidas por su situación, le ayudaron a conseguir un vuelo a Madrid, donde esperaba encontrar mejores oportunidades.
En el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, su lucha por sobrevivir continuó. Durante 22 días, durmió sobre cartones y se alimentó con lo que encontraba en los botes de basura. “Los pasajeros antes de embarcar dejan comida. No siempre está en buenas condiciones, pero es algo que comer”, explicó.
Además, reconoció lo difícil que ha sido este tiempo para él: “A veces no es fácil dejar su casa, dejar a mamá, dejar a sus amigos, dejar las cosas. No es fácil… pero bueno, aquí estoy”, dijo con un suspiro. Luego, con la voz entrecortada, añadió: “Lo difícil es estar lejos, dormir solo y no tener a nadie, porque no tener a nadie implica eso… A veces te dan muchas ganas de llorar. Quisiera regresarme también, pero a veces lo pienso y digo: ‘Bueno, si emprendí este viaje, ¿por qué me quiero regresar de nuevo?’ Me ha tocado comer de los cubos de basura… Nunca me lo imaginé”
A pesar de la adversidad, Pablo, con una voluntad inquebrantable, explicó que no quería regresar a Colombia. La difícil situación económica y su deseo de sacar adelante a su familia lo hacen aferrarse a su objetivo de encontrar trabajo. También mencionó que su familia no sabe de su situación, pues proviene de una zona rural y su celular no es de tecnología avanzada.
Envió un mensaje a su mamá con un tono de disculpa: "Lo siento por haber salido sin permiso primero y por no haberle dicho nada. En una ocasión le dije que vendría de vacaciones, pero no era cierto. Venía con otro plan, venía buscando empleo."
Su historia llegó a oídos del periodista Quique Vásquez, quien la difundió en su canal Historias de Migrantes, generando una ola de solidaridad en redes sociales. Finalmente, el giro inesperado llegó: una familia ecuatoriana, conmovida por su historia, decidió brindarle un hogar y la oportunidad de empezar de nuevo.
En un nuevo video del canal de YouTube, mostraron la continuación de la historia. Hoy, Pablo no solo tiene un techo y comida caliente, sino también la esperanza de reconstruir su vida. "Me siento ya más feliz, más a gusto. Primero por ella, porque me ha dado un lugar donde dormir, comida y abrigo", expresó con gratitud. Además, agradeció todas las ayudas recibidas: "He recibido dinero y muchas ayudas, mira, hasta ropa nueva y un teléfono."
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