El músico Chiya Amos, oriundo de Singapur , gozaba de alzar la batuta como aspirante a director de música clásica. Trabajaba con ballets y óperas hasta que por la pandemia tuvo que ponerle un freno a su carrera.
Así lo contó Amos a Reuters, ya que desde enero se emplea como domiciliario en su país de origen.
En una bicicleta, por cerca de 12 horas, se gana la vida repartiendo diferentes pedidos.
A medida que avanzó el coronavirus , sus presentaciones se detuvieron. Duró 10 meses sin empleo, así que dejó Rusia, donde lideraba orquestas, para volver a Singapur y buscar una forma de ganarse la vida.
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Sin embargo, el joven de 30 años encontró poco trabajo en el sector de la música.
“Muchos de los músicos todavía estamos sin trabajo, estamos como desplazados”, mencionó a Reuters.
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Aseguró que desde enero ha aplicado a cerca de 40 empleos, pero sin mayores resultados.
Como domiciliario hace una 30 entregas diarias.
Aunque ese empleo le permite obtener ingresos para resistir la crisis, trabaja por más horas.
Eso sí, la ausencia de escenarios no es impedimento para continuar estudiando música.
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Además, Chiya habla diariamente con su esposa rusa a través de videollamada, pues ella no pudo quedarse con él en Singapur.
El músico tiene la esperanza de que a medida que avanza la vacunación en el mundo haya mayor apertura y por eso ya hizo una reserva para el Festival de Primavera de Tokio, que será en abril.
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“Siento que he madurado algunos años, aunque solo ha pasado un año”, anotó.