Estaba nadando, a más de 200 kilómetros de tierra firme. Quienes lo rescataron no podían creer lo que veían.
Trabajadores de una plataforma petrolera empezaron a observar cómo algo se acercaba hacia ellos. Al principio no sabían de qué se trataba, pero finalmente descubrieron era un perro.
Los empleados se las ingeniaron para subirlo a una zona firme con una cuerda atada al cuerpo, lo alimentaron y le dieron de beber.
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Nadie sabe cómo Boonrod, como fue bautizado, llegó hasta ese sitio. Lo cierto es que, durante dos noches, el perro acompañó a sus salvadores.
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Aunque lo acogieron, tomaron la decisión de entregarlo a una fundación en Tailandia para que se hiciera cargo.
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