Es temprano en la mañana en Cajamarca, Tolima, el último municipio del departamento cuando uno se dirige hacia el Alto de la Línea. Allí acompañamos a una comisión de funcionarios del Servicio Geológico Colombiano que habitualmente revisa las estaciones de monitoreo del Volcán Cerro Machín, considerado uno de los volcanes activos más peligrosos del país.
- Informe especiales: Flores colombianas para el mundo: así se trabaja en esta industria que impulsa la economía
La historia del Machín se remonta a las antiguas leyendas de los indígenas que hablaban de Dulima y el Mohán, dioses que enfurecieron y tiraron piedras y fuego, lo que correspondería a la descripción de la última erupción del volcán hace 800 años aproximadamente, según narra Néstor Ocampo, un viejo conocedor e investigador de la vida de este volcán.
Recientemente, después de la erupción del Volcán Nevado del Ruíz en 1985, fue cuando el gobierno nacional se tomó en serio el tema de los volcanes en Colombia. La tragedia de Armero marcó el inicio de la investigación a fondo de nuestros volcanes. El Servicio Geológico ha caracterizado los once volcanes que acompañan al Machín en el segmento volcánico norte de Colombia, es decir, en el corazón de la Cordillera Central.
John Makario Londoño, director de Geoamenazas del Servicio Geológico, habla de las características del Volcán Cerro Machín y no duda en afirmar que es el más monitoreado del país. “El volcán Cerro Machín es un volcán explosivo, es decir, de naturaleza violenta cuando hace erupciones. Es un volcán muy bajito en realidad, menos de tres mil metros de altura y, a pesar de ser tan bajito, tiene una explosividad muy alta, comparado con otros volcanes colombianos, como el volcán del Ruíz, es mucho más explosivo el Machín".
Publicidad
Luego de la tragedia de Armero, que cobró la vida de más de veinticinco mil personas, se creó el Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Manizales que vigila con rigor tanto el Ruíz como el Volcán Cerro Machín, cuenta Makario. “El volcán se monitorea las 24 horas, todos los días del año. Desde 1989 se instaló la primera estación sísmica allá y a medida que pasó el tiempo pues fuimos complementando la red de monitoreo y en este momento tiene más de once estaciones sísmicas, cinco para mirar las deformaciones de la corteza, tenemos estaciones para monitorear el campo magnético. Dentro del monitoreo que manejamos, es un volcán que está en el top del monitoreo".
Las distintas estaciones envían abundante información técnica, pero hace énfasis en tres parámetros: la sísmica, que registra movimientos telúricos dentro del volcán; la deformación del volcán, es decir, cómo se comporta la montaña o el edificio volcánico, si se comprime o sufre cambios físicos; y la geoquímica, que se refiere a los distintos gases que expulsa el volcán y que muchos son indicios de una erupción en curso. También es observado por cámaras web en tiempo real.
Con todas estas herramientas técnicas, asegura el director de geoamenazas, no podría volver a ocurrir una tragedia como la de Armero, por lo menos alcanzaría para alertar sobre una posible emergencia.
Publicidad
“Hay que recordar que a veces estos fenómenos se aceleran y a veces los volcanes no dan mucho tiempo o muestran muy pocas señales antes de una erupción, así que todo está dentro de las probabilidades, pero considero que con la tecnología que tenemos y la experiencia que hemos ganado, tenemos la capacidad, posiblemente, de alertar antes de que la erupción ocurra”, puntualiza.