Hasta hace tres años, Álvaro Ashton era un poderoso senador de la costa Atlántica, repleto de conexiones e influencias, pero las delaciones del exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno lo convirtieron en protagonista del cartel de la toga y lo pusieron tras las rejas.
La Corte Suprema investigó los sobornos que pagó para engavetar su expediente por la parapolítica, pero antes de sentencia alguna Ashton pidió pista en la Jurisdicción Especial para la Paz y hace un año recuperó su libertad. Todo a cambio de la verdad sobre sus andanzas del pasado.
Sin embargo, lo que dijo el pasado 15 de septiembre durante el juicio del exmagistrado Francisco Javier Ricaurte parece ir en contravía de los hallazgos que en su momento recaudaron la Corte Suprema, la Procuraduría y la Fiscalía y que, por competencia, enviaron a la JEP. Ese día el excongresista exoneró de toda culpa a su amigo Ricaurte y le echó toda el agua sucia al exfiscal Moreno.
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Según sus declaraciones, cartel de la toga no hubo, lo que hubo fue un abogado mañoso que decía tener amigos en la Corte y que lo engatusó para sacarle 600 millones de pesos bajo la promesa de desaparecer sus nexos con el paramilitarismo.
“Cuando uno está en ese estado de dificultades no toma decisiones por miedo, por las consecuencias que se puedan desprender”, señaló el exsenador.
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La versión que entregó en el juicio de Ricaurte está llena de perlas. Por ejemplo, Ashton en principio no reconoció que pagó para corromper a la justicia. Lo que dijo fue que acordó con Moreno el pago de un supuesto concepto sobre los falsos testigos para aportar a su caso, pero que como dicho concepto nunca se le entregó, ahí empezó a sospechar que ese dinero era para un acto de corrupción. Solo ahí, antes no.
“Entonces en ese momento yo sé que era un acto de corrupción lo que me estaba planteando, ribetes de corrupción. Yo me quedo en silencio porque quedo en una situación de miedo, de temor, de pánico, ya un hombre que es fiscal y que tiene esas relaciones que dice tener en la Corte y se mueve en todos los medios, me da temor y yo me quedo estupefacto”, aseveró.
Según dijo ante la fiscal del caso, “estoy cumpliendo con mi deber de decir la verdad ante todas las instancias que me convoquen”.
Además, le reconoció que a su abogado de toda la vida Luis Ignacio Lyons, también vinculado al escándalo, le pagó por varios procesos un total de 500 millones de pesos, pero que a Gustavo Moreno le pagó casi lo mismo solo por rendir un concepto que jamás le entregó y que nunca denunció.
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En resumen, Álvaro Ashton negó que el exmagistrado Francisco Ricaurte le hubiera filtrado información reservada de su proceso por parapolítica o que le advirtiera a través de Gustavo Moreno que la Corte tenía interceptados sus teléfonos
Asimismo, se quejó de todos los procesos que tenía y aseguró que en la Corte Suprema no fue así de preciso en sus respuestas por culpa de la presión mediática.
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“Lo que pasa es que cuando yo estuve en la indagatoria en la Corte imagínese usted la presión mediática, por un lado, el tema de la toga, por otro lado, el tema de parapolítica, por otro lado, el tema de amenazas a testigos, por otro lado, el tema del Hotel del Prado, cinco, seis, procesos de Odebrecht, imagínese usted en qué momento tenía yo cabeza para poder interactuar. Esa presión mediática que tenía no me daba la oportunidad para ser suficientemente preciso”, le dijo Ashton a la fiscal.
La versión de Álvaro Ashton es contraria a la del exfiscal Moreno. El detenido en EE. UU, reiteró en el mismo juicio que el excongresista pagó para engavetar su proceso y quequien dirigió la orquesta de esta trama de corrupción fue su amigo Ricaurte .
Mientras que el juez del caso Ricaurte valora a quién creerle, Álvaro Ashton permanece libre y nadie, salvo la JEP, puede investigarlo. En la otra orilla, Gustavo Moreno permanece detenido en una cárcel federal de los Estados Unidos.
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