La historia de la villa de San Sebastián de Tenerife es la historia de un pueblo que conoció la riqueza y el poder en épocas de la colonia y pagó el precio por atreverse a ser el dueño de su propio destino en los tiempos del nacimiento de nuestra República.
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Sus habitantes son descendientes de los bravos indígenas malebuyes, perteneciente a la etnia chimila, que se asentó en el Magdalena bajo, donde hoy queda el departamento del mismo nombre. Once años tardaron los españoles con sus arcabuces y sables en derrotarlos, se hacían llamar los hombres jaguar y, según sus costumbres, tomaban su fuerza del feroz felino.
Una vez establecida la colonia, por su estratégica ubicación a orillas del río magdalena se convirtió en un importante centro administrativo para la corona española, pues se ubica justo en la mitad del recorrido entre Santa Marta y Mompox. Allí se estableció la única casa del perdón que existió en América, una institución creada por la corona española donde la amnistía, perdón e indulto operaban en el mismo lugar y en tiempos expeditos. Luis Roncallo, escritor, poeta, historiador y periodista, habla de la importancia de esta casa, de la cual hoy solo quedan unas hiladas de ladrillos que sobreviven al tiempo: "Tú habías cometido una contravención contra el régimen y en la puerta de la casa tendían unas cadenas, es curioso que mientras las cadenas en el resto del mundo significaban esclavitud aquí era la libertad.
El contraventor venía y sonaba las cadenas y entonces salía el alférez real, don José Manuel Ballestas con su gente y le preguntaba de qué él mismo se acusaba, de qué quería ser liberado y luego expedía un documento donde obtenía el perdón del rey".
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Del esplendor de la colonia hoy solo sobreviven el templo de la población y el cementerio, construcciones levantadas por los españoles a principios de 1600. La iglesia es una de las más antiguas del país, fue declarada bien cultural de la nación mediante el decreto 212 de 1995. Sus muros se mantienen en pie y ha sobrevivido a las guerras de Independencia y del nacimiento de nuestra República.
Allí estuvo el fraile español Luis Beltrán, que luego sería santificado. Pocas iglesias cargan con un peso histórico tan grande, pero al mismo tiempo su suerte pende de un hilo porque el río Magdalena está socavando el lugar donde se encuentra y podría desaparecer si no se toman las medidas preventivas, dice el párroco Manuel Barrios.
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"Nosotros hemos mandado cartas al Ministerio de Cultura y no nos dan una respuesta, nosotros necesitamos que nos den una respuesta frente a esta dificultad y no nos responden; la otra cosa es que aquí se debe hacer una muralla en el río para protegerlo, porque el río va poco a poco escarbando y se la va a llevar ".
La villa que cuenta con cédulas reales
Era tal la importancia de esta población en la época colonial que allí se asentaron familias de la nobleza española, ricos hidalgos, una rica casta de europeos que llegaron a estas tierras abanderados por Manuel de Trujillo Torres y Góngora, sobrino del entonces arzobispo y virrey Antonio Caballero y Góngora. Solicitaron al rey que les expidiera cédulas reales o títulos que les diera la propiedad del suelo y el subsuelo de su población y fue así como en 1783 son expedidas las cédulas que, según los tenerifanos, se mantienen vigentes hasta el día de hoy.
El historiador Roncallo habla de ese episodio: “A raíz de que este sobrino del virrey Antonio Caballero y Góngora reúne los caudales necesarios para comprar los derechos del suelo y del subsuelo, su tío emite la cédula real que luego es refrendada por sentencia de la Corte Suprema de Colombia y a partir de allí se generan los registros mineros que hacen a Tenerife propietario del suelo y el subsuelo".
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Siguiendo la historia, Tenerife no solo fue importante bajo el dominio de la corona española, en tiempos de la Independencia de Colombia también jugó un papel protagónico. A esta población ribereña llegó Simón Bolívar huyendo luego de la proclamación de Independencia de Venezuela y es aquí donde, según el historiador Roncallo, inicia su recorrido para liberar lo que se conocería después como la Gran Colombia: "Este es el sitio donde Bolívar gana su primera batalla en suelo colombiano, donde lanza su primera proclama de libertad y que abre el camino del triunfo hasta Caracas en algo que se llama la campaña admirable".
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La batalla de Tenerife es su primera gran victoria y también, según varios historiadores, el nacimiento de nuestra Armada Nacional, pues fue un combate fluvial entre los patriotas y las naves de guerra españolas que fueron tomadas por los rebeldes, punta de lanza para liberación del Bajo Magdalena, cuenta Luis Roncallo: "Aquí el coronel Hermógenes Maza, acompañado del momposino Dimas del Corral, y el antioqueño José María Córdova se toman a Tenerife y hay aquí una degollina, 350 españoles fueron ejecutados a orillas del Magdalena. Esto hace que los españoles se replieguen a Santa Marta y a Cartagena".
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Rafael Núñez sometió a Tenerife
Cuando avanzamos en la historia de esta población a orillas del Magdalena el camino nos llena con más sorpresas. Rafael Núñez uno de los cartageneros más influyentes en la historia de Colombia de ascendencia de familia tenerifana, por poco acaba con la población en el periodo conocido como La Patria Boba, que enfrentó en una guerra civil a federalistas y centralistas.
Tenerife, una población de mayorías liberales, tomó partido por el federalismo y fue derrotado por Núñez, algo que le duele a su gente, porque es un hijo de la costa Atlántica quien los sometió en una violenta guerra que destruyó las construcciones coloniales, dice Roncallo. “Un descendiente de tenerifanos, Rafael Núñez, cambia de bando, después de ser federalista pasa a ser centralista, después de ser masón, se vuelve anti masón y después de ser liberal pasa a ser conservador. Este señor manda a disparar durante un mes los cañones de 36 embarcaciones al mando de Juan Manuel Maldonado y destruye la Tenerife colonial, solo dejaron la iglesia y el cementerio".
Justamente el cementerio también tiene su importancia histórica. Allí reposan los restos de Ana Lenoit, una ciudadana francesa que enamoró a Bolívar, lo siguió a la batalla de Tenerife y a quien Bolívar prometió desposar un día.
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La historia aún sobrevive en el pueblo y en el cementerio, construido en la misma época en que fue levantado el templo. Tenerife carga con el peso de su historia y de su legado cultural, desconocido para la mayoría de los colombianos que ignoran los hechos que se tejieron en esta tierra abandonada por el Estado y por la misma historia.
El cementerio está lleno de mártires que dieron su vida por esta tierra, pero más allá de la historia perdida que buscan rescatar los tenerifanos hoy luchan porque sea reconocido ese derecho que les concedieron mediante cédulas reales hace más de dos siglos que, según ellos, los hace propietarios del suelo y subsuelo y les da argumentos para la pelea legal por los contratos petroleros que hay en la zona, un derecho que ya fue reconocido en 1951. La historia de Tenerife aún se sigue escribiendo.