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¿Por qué Colombia dejó de producir vacunas si fue pionera hace 20 años?

En medio de la pandemia del COVID-19 y la necesidad de una amplia fabricación de las dosis, ¿cuánto tardaría el país en poder retomar estas labores? Informe especial.

vacuna

Colombia tuvo la capacidad de producir vacunas, en 1897, al estar azotada por la peste de la viruela. A raíz de la compleja situación que se vivía, surgió la necesidad de elaborar un biológico propio que atacará la enfermedad.

“Un veterinario que se llama Jorge Lleras Parra, encuentra la manera de obtener el virus bovino, el virus de las vacas, que es el que realmente vacuna contra la viruela (…) ahí comienza la producción de la vacuna en serie en un instituto que se llama parque de vacunación”, cuenta Carlos Dáguer, investigador de la historia de la salud pública.

En ese momento, empezó un camino lleno de investigación y producción de vacunas: “hacia los años 70, Colombia producía 8 tipos de vacunas distintas, 4 de esas vacunas eran de exportación. Iban vacunas hacia Centro América, Sur América e incluso hacia África”.

Pero esa buena racha llegó a su fin terminando el siglo XX, cuando el país entró en una grave crisis económica y los recursos financieros para mantener los laboratorios del Instituto Nacional de Salud, donde se trabajaba en la producción de vacunas, eran bajos. Esto imposibilitó cumplir con las exigencias en infraestructura.

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“¿Por qué se acabó esa preparación? Básicamente por recomendación de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, porque las instalaciones del Instituto no cumplían con las normas de calidad que se exigían en ese momento”, cuenta Jorge Boshell, director del INS entre 1999 y 2004.

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Boshell recordó que fue durante su administración que se tomó la “dolorosa” decisión “de acabar con esa preparación. Eso fue, voy a decirle, yo creo que en los primeros años de gobierno del presidente Uribe”.

A su vez, Gabriela Delgado, doctora en Ciencias Farmacéuticas y docente de la Universidad Nacional, rememora que el “Instituto Nacional De Salud fue líder de la región en la producción de vacunas para el control de enfermedades infecciosas como la difteria, el tétano, la fiebre amarilla, la rabia - como zoonosis-”, pero lamentablemente “en algún momento dejamos perder esa capacidad”.

20 años después, en medio de lapandemia por el COVID-19, el presidente Iván Duque puso de nuevo el tema sobre el tapete.

Queremos convocar al sector privado farmacéutico nacional, ver cómo podemos unir esfuerzos, sector público y sector privado, y desarrollar desde ya una capacidad que nos permita a nosotros producir vacunas ”, dijo el mandatario.

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Sin embargo, la propuesta no parece tan fácil y rápida de cumplir.

Es un proceso que requiere tiempo, recursos y cooperación entre varios actores, incluido el gobierno nacional. Por eso, todos le apostamos a que se recupere la autonomía sanitaria que perdimos en ese sentido”, dice José Luis Méndez, presidente de la Asociación de Industrias Farmacéuticas en Colombia (ASINFAR).

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Y la doctora Delgado agrega que “para un país es el reflejo del retraso histórico que tenemos en ciencia, hablar de ciencia debe tener primero unos pilares de política pública de largo plazo, que el país no tiene”.

Por ende, lograr de nuevo esa autonomía es un proceso costoso y se requeriría una inversión de entre 15 y 20 millones de dólares para adaptar una planta que produzca vacunas en su etapa final, que es el llenado y la distribución.

“Podemos pensar en que nuestros laboratorios participen en algunos de esos pedacitos de esa cadena de producción, no necesariamente toda la cadena, y podemos también pensar en que en un tiempo futuro podamos realizar, por ejemplo, toda la producción de una cadena de biológico”, señala Ana María Vesga, directora ejecutiva Cámara de la Industria Farmacéutica en ANDI.

Aunque esto puede tardar varios años, dicen que es necesario que se convierta en un propósito nacional a largo plazo.

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