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Mamá recuperó a su hijo, habitante de calle en Cúcuta, tras 11 años: impactante transformación

Brayan tiró el costal y volvió a los brazos de su madre, luego de una crónica de Noticias Caracol emitida hace un año. De habitante de calle a joven ejemplar, así ha sido su cambio. Informe especial.

En septiembre de 2023, Noticias Caracol le contó a Colombia la historia de Brayan Hernández, un habitante de calle en Cúcuta cuya madre luchaba por sacarlo de la mendicidad. María Elena, en medio de una batalla muy dura, se había dedicado a rescatar a otros jóvenes que, como su hijo, sufrían en los andenes y caños de la capital de Norte de Santander.

Meses después de emitida esa primera crónica, Brayan decidió salir del infierno en el que estuvo sumergido durante 11 largos y tortuosos años, y empezar una nueva vida lejos de la droga y al lado de su mamá.

(Lea también: Esta fue la primera crónica de Brayan, habitante de calle en Cúcuta)

"Me aburrí. En la primera entrevista más de una gente me hablaba, me aconsejaba, me decían: 'desagradecido, cómo hace sufrir a su mamá y se va y la deja llorando'. Y a lo último capté: ¿qué hago destruyéndome la vida, durmiendo en un canal, tirado como un perro, teniendo mi familia y a mi mamá buscándome? Eso me ayudó a cambiar", recalca Brayan.

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Un cambio que demoró bastante tiempo y costó demasiadas lágrimas por culpa de la maldita drogadicción, un monstruo que lo arrojó a la indigencia cuando apenas tenía 15 años.

"Eso era lo más duro, escondérmele a mi mamá. Muchas veces me le escondí. No me gustaba verla llorar, porque yo en la calle tengo criterio y no me gustaba que me vieran llorando. Pero me daba nostalgia cuando pasaba y llamaba a dar comida y yo no poder salir", agrega.

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"La muerte era lo mejor": Brayan Hernández


Los malos amigos, las malas juntas como afirma Brayan, lo llevaron al infierno. En una ciudad caliente como Cúcuta, este joven noble y hasta inocente se estaba quemando, pero por dentro.

"En ese momento, la muerte era lo mejor que tenía, la opción que yo pensaba, porque no me hallaba. Había algo que como que sentiría mejor descanso en paz, en vez de estar en la calle, sufriendo. No me iba para la casa porque no quería cambiar, me gustaba la droga", reconoce.

Padeció desprecios y fue invisible para la mayoría de ojos que pasaban sin mirar por un parque áspero que fue su cama y cocina, su todo y su nada. "Hay gente que lo juzga a uno sin saber cómo es uno.. 'ay, ese chirrete. Ay, ese habitante de calle. Ay, ese mugre ya no sirve'. Eso le dicen a uno un montón de cosas. Yo llegaba al restaurante de buena manera y decía: buenos días, regáleme comida. Porque yo fui de la calle, pero yo tengo mis modales. Y no faltaba el que sacaba agua y le echaba a uno. Eso era impactante".

Tan impactante como su transformación. De encima se quitó no solo la suciedad, también y principalmente la intranquilidad. Ya no tragará saliva cuando haya sed.

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"Usted me veía a mí así, haciendo gestos locos, todo carramaniado... con una escobita, todo loco, barra aquí y barra allá , limpie y limpie. Después de eso, a verme así, tranquilito, sin ese tic, dirán los que quieren cambiar: 'si el chino pudo, ¿por qué yo no?", reflexiona.

Brayan, que en carne propia sintió cómo duele el hambre, hoy por hoy recorre la capital de Norte de Santander junto a María Elena Hernández y otros voluntarios del Banquete del Bronx. Llena estómagos y alimenta almas.

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"En la calle hay mucha depresión, mucha droga. No hay nada como estar en la casa, en el hogar", sentencia.
 

Duro reencuentro entre un habitante de calle y su mamá: “Vamos, Brayan, dese una oportunidad"
Brayan y María Elena se habían encontrado en 2023, frente a las cámaras de Noticias Caracol -
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"No prueben las drogas"

No dejarse tentar por el diablo, aunque parezca que tiene alas, eso les aconseja a los más jóvenes. "Uno comienza con la marihuana, luego con una cosa y luego con otra. Y cuando usted menos piensa termina en la calle, tirado, y nadie da un peso por usted. Yo les aconsejo que no lo hagan. Y los amigos que dicen que tome o es gallina, más adelante es donde uno ve las consecuencias".

María Elena lo logró. El amor de sus amores está a salvo. Lo asegura emocionada: "Lo amo, es mi primer hijo, el hijo del proceso. Me enseñó todo. Fue la primera persona a la que escuché decirme mamá. Desde que Brayan llegó al mundo, veníamos con dificultades los dos, porque me tocó sola. Yo siempre voy a estar ahí, pase lo que pase yo voy a estar ahí".

Y Brayan, que fue parido dos veces por esta mujer, cuando nació y ahora que renació, le responde: "Mi vida, ella me dio la vida. Ella dice que estamos solos y no, porque teníamos a Dios. Ella sabe que la amo, la quiero y la aprecio mucho. Mi promesa es andar firme con el amor de Dios".

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María Elena y Brayan seguirán metiéndose a los caños de Cúcuta con la esperanza de rescatar a otros que sufren la fuerza del asfalto, el látigo de la droga y el peso de la indiferencia.

(Lea también: Frayñero, el santo de los habitantes de calle que hace 'milagros' en Bogotá)

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