Si en algo se parece Sucre, el municipio a donde llegaron los García Márquez cuando Gabo tenía 12 años, y Macondo, el pueblo de la ficción, es en que ambos están rodeados de agua por todas partes.
Esa calificación que aparece en ‘Cien años de soledad’ para describir el pueblo fundado por los Buendía Iguarán se acomoda a la perfección a la geografía anfibia de Sucre y mucho más en épocas de invierno y olvido, como la que vive por estos días la región.
"Es una tragedia, porque vivimos con el agua al pecho", dice José de los Santos Portacio, habitante de La Mojana sucreña.
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La Mojana sucreña es un paraíso de aguas que provienen del Magdalena, el Cauca y el San Jorge y que arman ciénagas y caños que emergen como sueños de las célebres memorias de Gabriel García Márquez.
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