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Jóvenes de Medellín quieren transformar la ciudad y acabar viejos vicios de la política

Sin pelos en la lengua, cuestionan no solo al Gobierno local, sino a los empresarios de una de las ciudades con los mayores índices de desempleo juvenil en Colombia.

Las cifras son frías y a veces no dicen mucho, pero esconden verdades crudas. Sobre Medellín , el DANE dice que, para junio pasado, 158.126 muchachos entre 14 y 28 años no tenían trabajo en la capital antioqueña y el Valle de Aburrá.

El desempleo juvenil en esta región supera el 37%, el segundo más alto del país después de Bogotá.

Esas cifras explican, en buena medida, mucho de lo que hoy está pasando en Medellín, donde cada vez hay más jóvenes alzando la voz, reivindicando derechos y tomando la palabra, más que para hacer política, aseguran que para cambiarla.

“Porque hay un malestar general de la ciudadanía con todo lo que está pasando a nivel local. Creo que se evidencia con la falta de oportunidades, el desempleo y todos eso factores que aumentan esta crisis”, señala Laura Amaya, joven de Medellín.

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Laura Amaya y Mateo Grisales hacen parte de esa nueva generación de jóvenes metidos en activismo. Su visión comienza por rechazar los extremos, porque no los encasillen y por buscar soluciones reales a sus problemas.

“Estamos preocupados porque tenemos un gobierno que no está conectado con la raíz y la historia de la ciudad. Empresarios y sector social están desunidos. Vemos un sin futuro, el futuro no se construye solo”, comenta Mateo.

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Plantea que un modelo para recuperar el rumbo es, en primera instancia, “un diálogo abierto y sincero no solo de la Administración con los sectores con los que está peleando”, sino “también los empresarios”.

Apertura de los sectores que siempre han estado gobernando la ciudad, de una manera sensible para que también se cuestionen… Lo que está pasando en la ciudad es resultado de una desconexión con el tejido social de la ciudad”, sostiene Mateo.

En la misma onda anda el concejal Daniel Carvalho, ambientalista, independiente y quien llegó hace seis años al Concejo de Medellín. Se metió en política para combatir viejos vicios de los políticos tradicionales.

“Gané la elección con una campaña sui generis, con un equipo muy pequeño, sin padrinos políticos. Nos costó 11 millones de pesos la campaña y un público principalmente joven, pero también representativo que se preocupa por la sostenibilidad, la defensa de los derechos de la gente, la diversidad sexual, por la posibilidad de expresarse desde los barrios”, comenta.

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Dice que esa Medellín que se sueña tiene una diferencia “gigante” con la real.

“Muchos rezagos de esa época tan dura que vivió Medellín, padecemos muchos problemas, pero Medellín ha sido capaz de demostrar que puede renacer”, afirma.

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Agrega que “quedan retos enormes en materia social, ambiental, pandemia, economía y laboral”.

En general, Medellín ha sido bien pensada, tiene la ventaja de que sus ciudadanos la quieren mucho, pero tenemos un problema grave de oportunidades y de mal gobierno”, apunta.

David Carvalho considera que la capital de Antioquia necesita una renovación en la que se privilegie también “lo técnico por encima de los intereses políticos”.

“Necesitamos renovar la política. Después del estallido social, es entender cuáles son las nuevas urgencias, las prioridades de las personas, en especial de los jóvenes, oportunidad, una ciudad equitativa”, asegura.

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Y anota que eso no se logra con tendencias de izquierda o de derecha, sino “tendiendo puentes con la ciudadanía y las fuerzas políticas”.

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