José Reyes Rodríguez encarna la historia de un luchador por la justicia que, a pesar de las borrascas y los portazos, hoy es recompensado por la vida.
“Es tal vez la lección de cómo sí se justifica, cómo sí vale la pena actuar correctamente, cómo desde la función no se necesita sino actuar según el leal saber y entender de manera correcta”, destaca el director de la Justicia Penal Militar.
Hace siete años, cuando le respiraba en la nuca a los intocables senadores Musa Besaile y Álvaro Ashton, como investigador de la parapolítica, fue sacado a escobazos de la Corte Suprema de Justicia.
Su jefe, el entonces magistrado Gustavo Malo, le pidió la renuncia. Las capturas de Besaile y Ashton estaban a escasos días de ordenarse. Años después, vino a saberse que ambos pagaron 2.600 millones de pesos por su cabeza.
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En contexto:
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“Yo, como persona, como funcionario, no tengo precio. O sea, no son $2.600 millones, no es más, no es menos, simplemente no. Y cuando hay ese no es que mi función no se vende a ningún precio y por ninguna circunstancia”, manifiesta Rodríguez.
Hoy el escándalo del cartel de la toga está prácticamente resuelto. Las confesiones del exfiscal Luis Gustavo Moreno evidenciaron cómo algunos magistrados de la cúpula del poder judicial terminaron al servicio de parlamentarios y políticos corruptos, que pagaron para torcer la justicia, entre ellos está el exjefe de Rodríguez, el exmagistrado Gustavo Malo, hoy sentenciado por esas vueltas ilegales.
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“Si todo el mundo, si todos los funcionarios judiciales, si todos los servidores públicos pudiéramos manejar esa convicción de que yo definitivamente no estoy en venta, y si no estoy en venta, conmigo no se puede, podríamos poner como una coraza de protección al sistema”, expone.
Los otros dos protagonistas del cartel de la toga son los exmagistrados Francisco Ricaurte, también condenado ya, y Leonidas Bustos, a quien la Corte Suprema de Justicia ordenó capturar por los delitos de concierto para delinquir, cohecho y tráfico de influencias.
“Se trata de un funcionario que, en virtud de la alta dignidad encomendada, le era exigible la máxima rectitud, probidad y moralidad en todas sus actuaciones”, señala el alto tribunal.
La medida de aseguramiento recoge parte de las versiones del exfiscal Moreno contra el cartel de la toga:
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“Tanto el doctor Leonidas (Bustos) y el doctor Francisco (Ricaurte) son personas no solo inteligentes, sino muy habilidosas de mostrar el poder político que tenían, en la sala hacían varias reuniones, almuerzos, comidas con muchos políticos… Había un tema ahí de un proyecto político”.
En todo caso, parece una compensación de la vida que la misma semana en que la justicia por fin pidió la captura de Leonidas Bustos, quien aparentemente está escondido en Canadá, el exmagistrado José Reyes Rodríguez sea designado por el gobierno de Gustavo Petro como nuevo director de la Justicia Penal Militar.
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“Yo tengo la convicción íntima que esta historia de vida, esta historia de ser leal a la ética, al derecho, a la profesión, a los valores sí influyó para este nombramiento, eso sí fue considerado, sin duda. Yo no tengo cercanía con el presidente Petro, sí con el ministro de Defensa”, aclara.
Precisamente, cuando Rodríguez fue sacado de la corte en 2015, el hoy ministro de Defensa, Iván Velásquez, se lo llevó a trabajar con él a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Allí adelantaron investigaciones de la mayor complejidad y entre los enredados pronto aparecieron ministros, congresistas, alcaldes y hasta presidentes. La Cicig levantó la alfombra de la corrupción en el país centroamericano.
“Hay bastantes casos, algunos verdaderamente emblemáticos y, sí, están los del expresidente Otto Pérez Molina porque él fue procesado y capturado mientras el periodo de sus funciones, también hubo casos contra la familia del presidente Jimmy Morales y contra él mismo y contra empresarios de gran calado, de gran trascendencia, quienes controlan y manejan el poder verdadero en Guatemala”, detalla el hoy director de la Justicia Penal Militar.
A pesar de estas investigaciones, José Reyes Rodríguez siempre lamentó su salida de la Corte Suprema. Además, tuvo que dejar durante cuatro años a su familia. Sin embargo, cuando en Guatemala no aguantaron tanta justicia, le tocó regresar a Colombia y durante meses estuvo sin trabajo.
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Terminó en la Procuraduría y desde allí siguió en la brega. Hoy, después de sortear tantos pantanos y enemigos poderosos, será la cabeza de la Justicia Penal Militar y esta vuelta de tuerca del destino parece una reivindicación justa por su trasegar correcto.
“Cada cual va siendo puesto en el lugar que le corresponde, pasan momentos, pasa el tiempo, pero finalmente cada cual va cosechando de lo que ha sembrado”, reflexiona.
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Sobre Leonidas Bustos y su suerte de hoy comenta: “En lo personal, pues yo no me alegro por ningún dolor que algún ser humano pueda sufrir, pueda llevar, pero sí defrauda que las instituciones depositen en alguien la confianza y que estas personas, en cambio de responder a esa confianza, la defrauden y de una manera tan cruel”.
Y agrega: “¿Pero acaso se necesita ser multimillonario para vivir bien, para vivir feliz?”.
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José Reyes Rodríguez es un sobreviviente de la corrupción rampante en Colombia. El cartel de la toga por poco lo arruina, fue perseguido y señalado, le tocó irse del país y después tocar muchas puertas para conseguir trabajo.
Pero supo capotear entonces las tormentas y hoy parece recibir de la propia vida las primeras cosechas de su siembra con un mensaje poderoso: ser correcto sí vale la pena.