Mientras en Estados Unidos la multinacional Chiquita Brands acaba de ser condenada, una jueza colombiana se alista para dictar sentencia contra el mayor traficante de armas en la historia de Colombia: se trata de Humberto Agredo, un empresario señalado de conseguir 12 mil fusiles para las autodefensas y que ha logrado esquivar a la justicia por 24 años.
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Esta es la historia del hombre detrás de la barbarie paramilitar y cuyo caso está estrechamente ligado a la multinacional Chiquita Brands.
Agredo, desde Bulgaria, trajo a Colombia 12 mil fusiles en menos de un año y con los que los paramilitares cometieron asesinatos y masacres. A pesar de su papel protagónico en la guerra jamás ha pagado un día de cárcel. 24 años después de ingresar el arsenal a Colombia, la justicia está a punto de condenarlo.
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Raúl Hasbún, uno de los más importantes jefes del paramilitarismo, definió de esta manera el rol de Agredo hace pocos meses durante la audiencia de juicio en contra del hombre al que apodan El señor de la guerra.
¿Qué dicen los exparas?
“Le voy a poner un ejemplo: yo antes de eso siempre operé, más o menos, con 70, 80 fusiles. De ahí pasé a 270 y así fue todo el mundo. La potencialización de las autodefensas fue total”, dijo Hasbún.
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Para 1999, cuando las extintas FARC estaban en proceso de paz y dominaban gran parte del país, los fusiles de Agredo fueron determinantes para la expansión del terror paramilitar. Salvatore Mancuso lo describió en estos términos.
“Significó el fortalecimiento militar de las autodefensas, el crecimiento y expansión de las AUC hasta lugares donde no habíamos podido llegar porque era difícil conseguir este tipo de armamento en el mercado negro”, sostuvo Mancuso.
Agredo se convirtió en un hombre clave para las AUC, al punto de llegar a ser uno de los consejeros de Carlos Castaño, relata Mancuso.
“Humberto es bien hablado, se expresa bien, hacía análisis políticos correctos, interpretaba la situación del país y era capaz de expresarlo con los interlocutores que tuviere. Él daba pautas, parámetros que tenían que ver con el tema político y el crecimiento de las AUC, específicamente en operación militar. No solo por su cercanía con Carlos Castaño. De hecho, en reuniones con el estado mayor, cuando se tocaban temas de expansión de las AUC, Humberto participó”, complementó Mancuso.
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Alias Diego Vecino, del Bloque Norte de las AUC, manifestó que lo conoció como El doctor: “Fue a finales de los 90, principios de los 2000. Siempre lo referenciaba como asesor de Carlos Castaño en temas de seguridad e internacionales”.
Humberto Agredo es un ingeniero caleño que tenía una empresa de importación de maquinaria pesada que le sirvió de fachada para mantenerse en el tráfico de armas. Esto lo hizo gracias a su hijo Hans Agredo.
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Humberto Agredo estaba casado con la hija de un directivo de la empresa Arsenal, una de las mayores productoras de armas en Bulgaria. De hecho, Hans Agredo también está siendo procesado junto a su padre y al igual que él está prófugo de la justicia.
La ruta de los fusiles
Hace varios años, Hans cambió su nombre por el de John Jairo Martínez Álvarez. Durante el juicio, la Fiscalía le atribuyó la ruta de las armas que hoy tienen en líos a padre e hijo.
“El primero de los eventos fue en 1999, cuando, a través de Buenaventura, ingresan armas búlgaras que estaban destinadas a una exposición militar en Bogotá, en Corferias. Humberto y Hans crearon en Bulgaria la empresa Intermachines, a través de la cual importaron dos tornos y 640 fusiles desarmados que venían en dos contenedores. Humberto es quien firma el contrato con la empresa Arsenal. Él se encarga de alterar la autorización del Ejército Nacional para la importación de los repuestos y los equipos expuestos en esa feria”, recalcó el fiscal Álvaro León Polo.
El 16 de julio de 1999, Agredo cargó el arsenal en camiones y un día después llegó a los campamentos de Castaño en Córdoba. Unas fotos registraron el momento en el que los paramilitares ensamblaron las armas.
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Raúl Hasbún contó ante la jueza cómo ingresó un segundo cargamento con miles de fusiles por Urabá. Las armas iban en bultos de urea.
“El único que tenía infraestructura para bajar era el de Chiquita y el de Banadex. Yo ahora no me acuerdo cómo se llama eso. Sí, la empresa de Banadex coordinó toda la logística de desembarco de urea. Ellos no sabían hasta ese momento que le voy contando. Allí venía un armamento. Un bulto de esos, cuando un negrito se lo echó al hombro, se empezaron a romper las trompetillas de los fusiles. Esa misma noche militarizamos el embarcadero y fuimos y sacamos sin esperar a la DIAN la urea, no toda. Nos robamos del embarcadero de Banadex los costales que venían con los fusiles adentro”, recalcó Hasbún.
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Según el testimonio de Hasbún, la operación del descargue de las armas quedó grabada en las cámaras de seguridad de la multinacional, mismos que no han aparecido en más de 20 años y fueron el comienzo de la inmunidad para Agredo.
“Me llama el jefe de seguridad de Banadex. Me entregó un casete de las cámaras. Nosotros no nos dimos cuenta y en el desembarcadero había cámaras de seguridad. Humberto estaba al lado mío, doctora. Siempre Don Humberto, desde que llegó, estuvimos juntos. Él también salía en las filmaciones que le comento”, agregó.
Los fusiles de Agredo fueron repartidos en los diferentes bloques paramilitares, dijo alias Diego Vecino: “Allá los fusiles eran pan caliente, no me vayan a dejar por fuera, traten de venderme una buena fusilería que me sirve para crecer allá en los Montes de María. Los bloques grandes acapararon el número grande. Tengo entendido que se vendió al Bloque Norte, Bloque Córdoba, Calima”.
Según la Fiscalía, la gran mayoría de las armas que entregaron los paramilitares tras desmovilizarse fueron los fusiles de Agredo y su hijo.
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“Los grupos paramilitares durante su desmovilización entre 2003 y 2006, entregaron 18.501 armas, se desmovilizaron 31.671 personas entre hombres y mujeres. Las armas entregadas muchas eran de las 11.940 armas importadas desde Bulgaria por Agredo y Hans, padre e hijo”, complementó el fiscal León Polo.
El pago a Humberto Agredo por los fusiles fue con dinero y droga, según Mancuso: “La propuesta inicial de Humberto era recibir una parte en dinero y otra en clorhidrato de cocaína a cambio de la fusilería. Pero ya él terminó pactando con Castaño y no sé cómo terminaron de hacerse los pagos. Yo sé que aporté para esa compra 700 mil dólares”.
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¿Por qué durante 24 años la justicia no hizo nada contra Agredo?
Parte de la respuesta está en una serie de extrañas decisiones judiciales que lo favorecieron. La primera ocurrió en 2006 cuando Agredo recibió el archivo de una de sus investigaciones por tráfico de armas.
“Dicha investigación terminó el 4 septiembre 2006 con una desafortunada decisión de preclusión, argumentando que no había prueba directa para relacionarlos con las importaciones”, complementó el fiscal.
Diez años después, cuando los jefes paramilitares habían delatado a Agredo en sus declaraciones después de desmovilizarse, una nueva investigación también terminó por favorecerlo.
Para la Fiscalía, hoy es inexplicable lo ocurrido con Agredo, mucho más considerando que el excapitán del Ejército Jorge Rojas, quien fuera su socio, aceptó cargos y fue condenado como el único responsable de la traída de los miles de fusiles búlgaros.
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“Llega la orden de Castaño que yo debo asumir la responsabilidad de los fusiles, porque de alguna manera había que proteger al señor Humberto Agredo porque él era el representante de la organización ante el Gobierno de Pastrana", dijo el excapitán Jorge Rojas el 8 de abril de 2016.
En un nuevo intento de buscar justicia, la Fiscalía terminó llevando a Agredo y su hijo a juicio como auspiciadores de toda la barbarie de los paramilitares.
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Agredo y su hijo siguen prófugos de la justicia colombiana. A pesar de esto, la juez que lleva el caso se alista para dictar sentencia en las próximas semanas.
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