En el mundo existen 20 mil especies de abejas y en Colombia se estima que hay más de mil. El 75% de los alimentos que consumimos son polinizados por ellas. Los guardianes de las abejas en Tolima emprendieron una cruzada ambiental para proteger esta especie, fundamental para el planeta.
El pequeño insecto de 3 centímetros pasa desapercibido para la especie humana. Unas 560 veces al día chupa el azucarado néctar de las flores, recoge su polen y lo va esparciendo en 10 a 15 vuelos diarios. La abeja ha sido utilizada por los humanos para su provecho desde hace unos 7 mil años. Tal es el caso de la familia Cocomá, que vive de la producción de su miel hace cuatro décadas.
Jorge Cocomá, de origen indígena, levantó su familia siendo apicultor. Un revés de la vida los sacó de su tierra y los llevó a Ibagué, donde sobrevivieron de sus colmenas. Con el tiempo, su manera de ver a las abejas cambió. “Es más importante ser guardián de abejas que llamar el dinero", expresó.
Su hijo mayor, César, es el líder del movimiento Guardianes de las abejas y los apicultores del país lo ven como un ejemplo a seguir en el oficio. Es un etólogo de estos insectos nato y recalca que “el mundo estaba preocupado porque sin las abejas los seres humanos estamos en peligro de extinción”.
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La guardería en la que cuida a las abejas melíferas
“Aquí las monitoreamos, las queremos (...), pero obviamente recordemos que las abejas tienen su personalidad, defendiendo a su reina”, cuenta el joven desde la vereda de San Bernardo, en Tolima. Él describe que los insectos “sellan todo con propóleo, que es como el médico de la colmena; las protege de infecciones, de los hongos, virus, bacterias”.
Estos polinizadores elaboran de manera maravillosa los panales hexagonales donde anidan y protegen a sus crías, alimentándolas de la miel que hacen. Es ahí donde se produce la magia. La abeja reina es la única hembra fértil en la colmena y puede llegar a dar hasta 60 mil hijos.
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La colonia está climatizada a 35 grados permanentes, una temperatura que se regula con el batir de las alas de la colmena a 230 veces por segundo. Cada miembro tiene funciones estratégicas. “El zángano tiene muy mala reputación, a las personas que no hacen mucho le dicen zángano y mentiras, que los zánganos no es que no hagan nada en la colmena. Cuando ellos fecundan a la reina, la reina les arranca su aparato reproductor y mueren en el acto. ¿Se imagina que los seres humanos les pasará eso?”, explica César.
La casa de los Cocomá funciona como una colmena más. Cada miembro de la familia es una abeja obrera. Bajo estrictas medidas de higiene, papá y mamá procesan la miel y sus derivados: polen, propóleo, jalea real y cera.
Labor de los Cocomá enseñando sobre las abejas en colegios
La familia Cocomá alterna su oficio con la actividad cívica de sensibilizar en los colegios para que conozcan y protejan a estos polinizadores. "Somos el primer país de orquídeas y la abeja de las orquídeas no se está protegiendo, nosotros queremos que sea inspiración para que este país cambie y los niños puedan lograr esa transformación", dice César.
En La Presentación de Ibagué, las estudiantes están experimentando un cambio en su manera de pensar y de actuar. Dependiendo del curso, las alumnas toman un rol para cuidar a las abejas. En la actividad están incluidos los padres, que nunca pensaron que sus hogares cambiarían por esta experiencia escolar.
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Y es que los insectos vivían en la institución antes de que fuera construida. Con los Guardianes de las abejas aprendieron a convivir con ellos y viven como en una colmena, protegiendo su ecosistema.
¿De qué le puede servir al país y al mundo conocer la experiencia escolar con las abejas?
“Las abejas representan el trabajo en equipo en la comunidad”, “las abejas viven menos de 40 días, visitan mil flores y producen menos de una cucharadita de miel”; “las abejas nos fomentan a nosotros como institución, en dejar una huella como jóvenes que luchan por el medio ambiente”, dicen las estudiantes de La Presentación.
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Es un salto cultural en el que Colombia gana 650 nuevas guardianas de abejas que florecieron en el colegio y que tienen como tarea proteger la especie más importante del planeta.