Se instaló en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí la mesa de diálogo socio-jurídica entre el Gobierno nacional y los exjefes de estructuras armadas ilegales de Medellín y el Valle de Aburrá hoy recluidos en prisión.
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En esta mesa, según el Gobierno, están representadas el 90% de las estructuras que generan el crimen organizado de esta zona del país. Noticias Caracol recorrió algunas de estas comunas y habló con sus protagonistas.
Una de esas es la comuna 13 de Medellín, la misma que a inicios de la década de 1980, a la cabeza de Pablo Escobar, fue epicentro de una guerra a sangre y fuego entre milicias, carteles del narcotráfico y grupos paramilitares, un enfrentamiento cuyo combustible ha sido la droga y cuyas cabezas han rotado por generaciones.
Algunas de esas generaciones hoy están sentadas en la mesa de Itagüí. Y es que los hilos de lo que hoy pasa en Medellín y el Valle de Aburrá se manejan desde la cárcel.
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Noticias Caracol recorrió las estrechas calles de la comuna 13 para entender el pacto tácito de paz acordado entre estas bandas. Para nadie es un secreto que la agenda de guerra e incluso de paz la imponen los armados.
“La comuna 13 ha sido un barrio y una comuna resiliente, los líderes y la comunidad tienen mucha esperanza con el tema de la paz, la organización tiene toda la disposición, nosotros hemos dado un paso y hemos elegido la paz porque vemos voluntad”, señaló Daniel Carrasquilla, presidente de la Corporación para la Defensa de Derechos Humanos.
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Según cifras oficiales, los homicidios en el Valle de Aburrá se redujeron en un 11%, pasando de 218 en 2022 a 195 este año. Para el caso de Medellín, la reducción alcanzó el 11% y, aunque las balaceras y las fronteras invisibles, dicen sus habitantes, han cesado, existen realidades latentes en varias comunas de la ciudad. Es el caso de la extorsión.
“La extorsión depende de qué zona sea, en qué barrio, quién comanda la zona, hay barrios donde cobran al señor que vende aguacates, en el día se vende 40.000 de aguacate, le toca pagar 20.000 de extorsión”, explicó James Zuluaga, director nacional de Comité de Derechos Humanos.
Julio César Rengifo, analista y defensor de derechos humanos de Redepaz Antioquia, indicó que “hay varias formas, dádivas que les dan a los niños, varias situaciones de que los implementan y los utilizan, los instrumentalizan para el servicio de estas bandas criminales, en la venta de droga, armas y otras situaciones que los preparan para el sicariato”.
Una de esas estructuras que hoy está representada en la mesa de Itagüí, pero cuyo máximo jefe está en la cárcel La Picota de Bogotá, es la de Los Paracos. Nació en el año 2000 para combatir las milicias bajo el mando del extraditado alias ‘Don Berna’, aseguran que tiene aproximadamente 350 integrantes y dominio en la comuna 13, parte de la 7 y las periferias de San Cristóbal.
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“En Medellín, hace tres años inició el pacto del fusil, pero nosotros aquí en la comuna tenemos nuestra propia voluntad de paz. El 22 de diciembre realizamos una marcha en pro de la paz… la política en este momento de la estructura es cometer cero delitos, entre ellos, lo más importante: cero homicidios. Como se puede evidenciar, hace muchos meses no hay un homicidio por parte de la estructura”, aseguró un líder de Los Paracos.
Sostienen que, como parte de un gesto de buena voluntad en aras de la paz, estarían dispuestos a entregar armas, rutas de narcotráfico y “lo que sea necesario”.
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Son herederos del Bloque Cacique Nutibara y se financian del microtráfico y la extorsión. Aunque son conscientes de que la hoja de ruta es la ley de sometimiento, el líder de Los Paracos habla acerca de lo que esperan de la mesa de paz.
“Hay probabilidades de que nos paremos de la mesa porque ¿quién quiere ir a una cárcel a purgar unas penas, a sabiendas de que está en este momento en libertad, algunos sin órdenes de captura? La estructura quiere participar de esa paz, pero aquí afuera, trabajando en lo social”, apuntó.
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Luis Fernando Quijano, asesor de la mesa de Itagüí, asegura que el 80% del crimen organizado de Medellín y el Valle de Aburrá tiene representación en la mesa.
“Hoy están sentadas las estructuras y bajo el mando de esas estructuras están las bandas. Primero, es un hecho inédito; segundo, el conjunto prácticamente de todos los grupos armados ilegales del Valle de Aburrá que estén en una mesa, en un espacio de diálogo, es algo muy importante y es algo que puede traer una voz de esperanza”, comentó Quijano.
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Y mientras el diálogo arranca los ciudadanos solo esperan que se ilumine el camino hacia la paz y que las cicatrices del conflicto tatuadas en las paredes de estas comunas sean solo un recuerdo del pasado.