En el municipio de El Tarra, en la plaza principal del pueblo, en el mejor hotel, ondea la bandera del ELN. Hay habitantes que dicen que un día la pusieron allí y nadie se atreve a quitarla.
Esto es una muestra del dominio que estos grupos ejercen en la zona, cuenta el alcalde Yair Díaz, quien confiesa que no es fácil gobernar en medio de la guerra y se queja de que el gobierno vea en la respuesta militar la solución al problema.
“Aquí se necesita es una intervención social a los problemas que son sociales. Aquí el problema es de la pobreza, de la crisis humanitaria que hay y hay que atacar es eso particularmente. Yo pienso que aumentar el pie de fuerza militar es aumentar el riesgo de conflicto en una zona que esperamos que se acabe”, expresa el burgomaestre.
Pero no todo es malo. En el espacio de reincorporación no quedan muchas familias, es decir, la mayoría ya logró hacer su vida en medio de la civilidad.
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Uno de ellos es Albeiro Sánchez, que se gana la vida con un pequeño negocio de alquiler de lavadoras. Otros han montado talleres para motos y continúan en la lucha por salir adelante, afirma Eliécer Cardozo, líder de los reincorporados y director de la oficina de paz, un espacio creado por la Alcaldía de El Tarra para canalizar los proyectos de los excombatientes y sacar adelante todas las iniciativas que permita su reincorporación a la vida civil.
“Ahí estamos cumpliéndole al gobierno con los acuerdos de paz y así mismo queremos que el gobierno como nosotros les estamos cumpliendo a ellos, que el arma que nosotros tenemos es la palabra, esa es el arma para implementarlos. Ya cinco años que vamos a cumplir estos días”, indica el reinsertado.
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Para José Manuel Alba, investigador de la Universidad Francisco de Paula Santander en Ocaña, aún falta mucho camino por recorrer y la implementación de los acuerdos, cinco años después, va a un ritmo muy lento.
“Lo que nosotros hemos analizado un poco en la implementación de los acuerdos es que el proceso se ha centrado en la incorporación, pero en los otros puntos como reforma rural integral, sustitución de cultivos ilícitos se ha avanzado muy poco y el gobierno se ha centrado más en la erradicación que en la sustitución", dice.
Este punto es muy complejo en la región porque los cultivos crecen exponencialmente en la zona, cuenta el alcalde, quien además confiesa que no entiende cómo El Tarra se quedó por fuera de los municipios del PNIS (Plan de Sustitución del Cultivos) establecido por el acuerdo de paz.
“Es uno de los reclamos que siempre he hecho el tiempo que llevo de mandato. Por qué El Tarra no fue priorizado para este programa. En El Tarra no se logró ni siquiera hacer el pacto municipal para la sustitución de cultivos de manera voluntaria y este es el momento que no sabemos", explica.
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Gente como Eliécer y Albeiro seguirán insistiendo en sus proyectos que los mantienen alejados de la guerra.
Mañana buscarán algo nuevo para avanzar en su proceso de reincorporación, pero para todos es claro que si el gobierno entrante no prioriza esta región, la hoja de ruta que ya trazó el acuerdo de paz estará condenada al fracaso.
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