Los colombianos han atravesado por tres picos de la pandemia del COVID-19 . Los trabajadores de la salud siempre estuvieron presentes, conformando la primera línea contra la enfermedad. Ellos dieron su vida para salvar las de los demás.
Aunque los picos van y vienen, los profesionales de la salud siguen ahí, librando esa batalla silenciosa contra el coronavirus . Debajo de sus uniformes hay personas de carne y hueso, cuyas vidas también son frágiles.
Tal es el caso de Juan Diego Ciro, un carismático galeno que se convirtió en médico y paciente tras contagiarse de COVID-19. En total, vivió un calvario de 45 días en los que la enfermedad causó estragos en su organismo.
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Juan Diego Ciro es intensivista y todos los días atendía a los pacientes que llegaban contagiados de COVID-19. Recuerda que él y sus compañeros estuvieron muy expuestos al mortal virus.
"Estuvimos mucho más tiempo del que se debe estar con un paciente con coronavirus activo y pensamos que ahí tuvimos la posibilidad de tener una carga viral importante para poderme infectar", aseguró.
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Aunque supo que en cualquier momento se iba a contagiar, nunca estuvo preparado para lo que se le venía encima: “Yo pensé que algún día me iba a infectar, pero no pensé que fuera tan rápido. Fui de los primeros en la institución”.
El virus lo aisló de su familia, que todos los días tenía que cuidarlo. En ese momento, el galeno se convirtió en médico y paciente al mismo tiempo.
"Me prepararon una caja en la que me ponían mecatos, frutas, líquidos y los medicamentos me los tenían en una cajita, eso fue muy bonito. Al quinto o sexto día no me bajaba la fiebre, me tomaba la oxigenación y era buena. Al otro día me sentía muy mal, me dolía el pecho un poco. Yo sabía que tenía una inflamación importante, sabía que tenía que ascender en medicamentos como esteroides y, como ya tenía venoclisis, por ahí me ponía los medicamentos", narró.
Cuando tenía alientos, el médico hacía sus terapias respiratorias. Al necesitar más oxígeno, aprendió, durante 45 días, a dormir bocabajo. La enfermedad ya estaba haciendo estragos en su organismo.
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"Hubo dos días en que no me acuerdo, era tanta la respuesta inflamatoria que tenía mi organismo que seguramente el cerebro se apaga y usted no se acuerda. Creo es un momento en el que me debí haber hospitalizado, pero por alguna razón no lo hice", complementó.
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Confiesa que quería evitarle el sufrimiento de una hospitalización a los miembros de su familia, que fueron sus fieles acompañantes durante su padecimiento.
"La única que se aisló conmigo fue una perrita. Se encerró todo el tiempo y ya después que podíamos salir, salíamos con mucho miedo”, expuso.
Con los días, su cuerpo se hizo más fuerte y venció a la enfermedad. Pero de su mente nunca salió el miedo de volverse a contagiar.
"Sí me dio miedo regresar, pero me dio más miedo volverme a contagiar porque sabía que si a mí me da nuevamente el coronavirus, compro el Baloto”, recalcó.
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Juan Diego Ciro tuvo que ser su propio médico y paciente. Durante 45 días vivió el infierno de estar contagiado de COVID-19.
Aliviado y con el alma de un guerrero, aprovechó para mandar un mensaje: “A las personas que están aisladas hay que tenerles una dosis completa de atención médica, que debe ser humana e integral. Se debe procurar que cuando venza a la enfermedad, salga más contento que nunca”.
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