Por estos días desplazarse de Bogotá-Girardot o en sentido contrario se volvió una aventura no grata para los viajeros que deben soportar interminables trancones. Es justo decir que el corredor vial se encuentra en plena construcción y mantenimiento de las dos calzadas existentes y eso vuelve caótico el tráfico vehicular.
Pero veamos en detalle cuáles son los puntos críticos en la vía Bogotá-Girardot. Desde Bogotá partimos en la mañana para ver qué pasa en la ruta. El primer cuello de botella se presenta en Soacha. La Alcaldía Municipal desde hace año y medio viene construyendo un tramo de la Troncal de Transmilenio que extiende su servicio a los usuarios del sector. El problema es que no se ve un avance de la obra y los días de mayor tráfico genera los primeros trancones que empezarán a padecer los viajeros.
Tito Quintero, comerciante y habitante del sector, dice que desde hace tiempo están perjudicados, tanto ellos como quienes transitan por la vía.
Les cogió la noche con la obra porque desde hace un año está como usted ve, parece una piscina cuando llueve o se volvió un sitio de basuras, es un corral, como usted lo puede ver, pasa a cualquier hora y no ve a ninguno trabajando, a la hora que usted quiera
Este trancón es por cortesía de la Alcaldía de Soacha. El concesionario de la obra es Vía 40 Express, el proyecto contempla la construcción del tercer carril en la vía Bogotá- Girardot, que incluye 145 kilómetros de rehabilitación de la doble calzada, 68 kilómetros del tercer carril, rehabilitación del recién construido Túnel del Sumapaz y puentes peatonales en el corredor.
El paso complicado de Azafranal
Desde el paso por el peaje de Chusacá ya se empiezan a ver las primeras obras del tercer carril, aunque no afecta mucho el tráfico vehicular que circula por las dos calzadas existentes. El primer tramo complejo es en un sitio conocido como Azafranal, en el corregimiento de Subia, ocho kilómetros antes de Silvania.
Publicidad
Allí, los habitantes del sector muestran varias casas averiadas e incluso las que ya han colapsado, según ellos, por las obras del tercer carril que afectaron un talud que sostenía sus viviendas. Para ellos, las masas que removieron desestabilizaron el terreno y desde agosto del año pasado empezaron a parecer grietas en las estructuras.
Noé Vargas es uno de los vecinos más afectados: “de manera muy alarmante a finales del mes de julio, comienzos del mes de agosto del año anterior, empiezan a evidenciarse una serie de grietas, hundimientos, fisuras, desprendimientos, que produjeron al colapso total de las estructuras”.
Publicidad
La versión del concesionario es otra. Fabián Lacouture, director técnico de las obras, dice que no tienen ninguna responsabilidad en el deterioro y colapso de las viviendas y culpa al duro invierno de los últimos meses y a una falla geológica que, según estudios técnicos, afecta no solo a las casas sino a la obra misma.
Nosotros mismos somos víctimas de esa falla geológica, nosotros como concesionario, en compañía de la Agencia Nacional de Infraestructura y el acompañamiento de Servicio Geológico Colombiano, que también nos está apoyando, tenemos varias mesas de trabajo mirando, ahora en enero tendremos otra para ver cómo podemos coadyuvar para solucionar el problema
La obra se vio afectada porque se perdió parte de la banca y afectó un tramo de 500 metros aproximadamente, lo que comprime la vía y ante el alto tráfico vehicular genera problemas en la movilidad.
Según la Vía 40, los otros puntos complejos son la variante a Melgar y el paso por el Puente Pagüey, en Nilo. La obra es compleja y está en plena ejecución, según el Concesionario, hay más de 130 frentes y 4.500 trabajadores en la vía que necesariamente generan problemas en la movilidad.
Publicidad
Melgar, uno de los afectados
En la vía a Melgar aparecen otros afectados. Aquí ya se transita por los tres carriles, pero luego de soportar tres o cuatro horas de trancón, nadie quiere parar en la zona. Allí encontramos a Ricardo Castellanos. Él tiene un pequeño negocio de productos para los turistas que van a piscina, también vende refrescos y bloqueadores solares. Ricardo cuenta que sus ventas han bajado, no solo por cuenta de la pandemia, sino por los problemas en la vía.
Publicidad
En Melgar piensan lo mismo, aunque reconocen que el flujo para estas festividades de fin de año ha sido alto, también ven que ha sido muy inferior a años anteriores. Su alcalde, Agustín Manrique, habla de afectaciones al turismo el principal renglón de la economía. “Los turistas, la gente que tiene propiedades en Melgar, está escogiendo otros destinos porque el tiempo se duplicó o se está triplicando. Hay turistas que cuentan que están tardando hasta siete horas en llegar al pueblo y esto ha ido afectando la economía hasta en un 30 y 40 por ciento”.
Finalmente, en la llegada a Girardot surge otro problema. El Municipio de Ricaurte ha registrado un vertiginoso ascenso en construcciones de complejos residenciales y edificios. Ricaurte suma miles de usuarios a la vía que, en ese sector, ni siquiera tiene doble calzada. Es decir, hay un incremento en la densidad de población, que en su mayoría usa vehículo, pero con la misma vía que soporta tanto el tráfico de los viajeros, como el de la gente que transita entre Ricaurte y Girardot. El resultado: un caos vehicular fines de semana y puentes festivos.
Publicidad
La solución aún está lejos
Aunque el director técnico del proyecto es optimista, los usuarios deben armarse de paciencia porque todavía quedan por lo menos cinco años de obras. El corredor termina en el Puente Mariano Ospina Pérez, en Flandes, este puente estuvo cerrado seis veces por trabajos en su estructura y ya se dio al servicio. Pese a las críticas por demoras en las obras, Lacouture dice que van en los tiempos programados por la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI. “¿Cuáles son las buenas noticias? En el 2023 vamos a entregar la unidad funcional uno, que es la de mayor longitud, que va desde Girardot hasta el túnel Sumapaz, vamos bastante bien, es un proyecto de gran envergadura".
Publicidad
La concesión no solo construye la vía, también la va a operar durante los próximos 23 años.
“No hay nadie más interesado en que las obras se terminen rápido, a tiempo y bien, que nosotros mismos, porque de eso depende tener un buen tiempo de operación y mantenimiento hasta el 2046 y es a lo que nosotros le apuntamos”. El precio del progreso, dice Lacouture, pero también un alto precio para los ciudadanos que deben soportar los inconvenientes.