En su primer clásico en el Santiago Bernabéu como entrenador del Barcelona, Xavi Hernández salió por la puerta grande con un esquema táctico que desmontó a un Real Madrid que acusó la importante baja de Karim Benzema, que apenas ofreció resistencia y que pese a la derrota sigue dominando la clasificación con solvencia.
El conjunto azulgrana llegó al Santiago Bernabéu en su mejor momento, tras once partidos consecutivos sin perder y con el esquema de juego cada vez más definido por parte de Xavi Hernández.
El técnico catalán sorprendió con la apuesta de Ronald Araujo por el brasileño Dani Alves para el lateral derecho y fue por ese costado por dónde más sufrió el Barcelona en la primera mitad, puesto que Vinicius trató de mostrar en cada acción su velocidad y en más de una ocasión logró zafarse de su marca para llevar el peligro a la portería de Marc Ter Stegen.
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Con el balón en los pies, el Barcelona se mostró un equipo fiable, que sabe a lo que juega independientemente del rival que tenga enfrente y que exprime esas cualidades de toque inculcadas en la antigua Masía.
Sin su jugador más determinante este curso, el delantero francés Karim Benzema, y con una diferencia en la clasificación de nueve puntos sobre el segundo (Sevilla) y de quince con el Barcelona, el Real Madrid no dio la sensación de tomarse el partido con la trascendencia que un clásico de esta magnitud requiere.
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Ousmane Dembelé, que parece recuperado para la causa por Xavi Hernández en cuanto a compromiso futbolístico, fue un quebradero de cabeza constante para la defensa del Real Madrid y especialmente para Nacho Fernández, que se vio constantemente superado por el francés.
El francés fue protagonista en los dos goles del Barcelona en la primera mitad y ya suma nueve asistencias esta campaña. El primero al marcharse en velocidad de Nacho y poner un centro medido a la cabeza de Pierre-Emerick Aubameyang, que se anticipó a Eder Militao y David Alaba para rematar de cabeza solo en el área pequeña. El segundo al botar un córner también desde la derecha que remató a gol de cabeza Araujo.
Esos dos goles del Barcelona pudieron ser más en la primera parte porque la pizarra táctica de Xavi funcionó a la perfección. El equilibrio de Sergio Busquets en la medular dio alas a que Frenkie de Jong y Pedri pudieran brillar más en labores ofensivas buscando constantemente pases verticales a los extremos y a la espalda de la defensa madridista.
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Con dos goles de ventaja en el marcador, el segundo tiempo fue casi un trámite para el Barcelona porque el Real Madrid se entregó a su rival, que aprovechó su habitual juego de toque para hacer correr a los locales.
Aubameyang y Ferrán Torres redondearon la victoria del Barcelona en la segunda parte sin que el Real Madrid diera ningún atisbo de reacción, más que el simple orgullo de no encajar más goles para herir aún más su orgullo.
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Pese a que ganar la Liga parece un milagro al ver al Real Madrid a doce puntos, aunque con un partido más, el Barcelona celebró la victoria como si fuera un título. Jugadores y cuerpo técnico se abrazaron en corro y empezaron a festejar el triunfo en la casa de su máximo rival. Un buen consuelo para seguir certificando con resultados la mejoría experimentada desde la llegada de Xavi en enero.