Tenía que ser Vinícius. Tenía que ser el hombre que resucitó al Real Madrid en Mánchester y el hombre clave para la conquista de la liga, el que diera el manotazo en la mesa y firmarse con su nombre la décimo cuarta Copa de Europa del equipo blanco.
El futbolista brasileño, vilipendiado en sus inicios, por su falta de puntería, por sus bicicletas y por su perenne sonrisa pese a sus errores, puso su nombre a la altura de los grandes héroes de las noches madridistas. Si en el imaginario blanco cuando se habla de Ámsterdam el primer nombre que viene a la cabeza es el de Pedja Mijatovic, cuando se menciona Glasgow, aparece Zinedine Zidane, con Lisboa, asoma Sergio Ramos, y con Kiev, Gareth Bale, cuando el aficionado recuerde París, junto a Fernando Morientes, Steve McManaman y Raúl González, habrá un hueco para la sonrisa de Vinícius.
El brasileño, como un relámpago, apareció en el segundo palo para empujar un envío de Fede Valverde con el alma. Un disparo, un centro, lo que él quiera que sea, que pasó por delante de las narices de Ibrahima Konaté y de Virgil Van Dijk y que se posó en la bota de Vinícius.
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Un regalo como el que tuvo en el Santiago Bernabéu al inicio de la segunda parte contra el Mánchester City. Aquel, recibido con mucha más violencia, se fue a la grada. Se le marcó como el culpable, si el Madrid caía ese día. Fue el salvavidas para volver a la eliminatoria y para soñar, y Vinícius la tiró por la borda.
Terminó pasando el Madrid, con 'Vini' como actor secundario, pero este 28 de mayo asumió el rol principal. Anotó delante de toda la parroquia blanca. A tan solo unos metros de él, los aficionados se estiraban para tocar a la figura brasileña. La distancia era insalvable, pero la afición le sentía cerca. Su gol le daba una Copa de Europa al Real Madrid, una oportunidad única en la historia, un privilegio a la altura de muy pocos.
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Jugar una final de la Champions es algo para recordar toda la vida, marcar en ella es un lujo a la altura de unos pocos elegidos. Marcar el gol que te mete en la historia de una 'orejona' blanca es lo que diferencia a los mortales de los dioses. Desde este 28 de mayo, Vinícius ya es uno más del olimpo europeo del club más laureado de la historia.