Después del traspaso de Harry Kane al Bayern Múnich, el '10' del Tottenham pertenece ahora a James Maddison, fichado este verano por 46 millones de euros y un líder sobre el terreno que aparece por todos los sectores del medio campo hacia adelante, también en la definición del 0-1, con la que culminó la desbordante jugada colectiva con la que su equipo desarmó al Bournemouth de Andoni Iraola, derrotado por segunda jornada seguida y aún sin victorias este curso.
El 0-2, sobrepasada la hora de partido, lo marcó Dejan Kulusevski. Fue obra casi todo de Destiny Udogie, que lo hizo todo menos el remate final por su avance hasta la línea de fondo. La resolución del partido, cuando el equipo local asumió su segunda derrota de la temporada en tres jornadas. Un inicio complejo para la nueva era de Iraola. Todo lo contrario que el proyecto de Ante Postecoglou, con siete puntos de nueve posibles.
Porque el Tottenham ya no es una expresión de individualidades. Es un equipo. Sus mecanismos ajustados impresionan con tan poco tiempo de trabajo. En defensa, en ataque, en la transición, con el balóno sin él. Aún hay marhen de mejor. Y vaivenes. Pero es un conjunto en toda su dimensión, con futbolistas desequilibrantes, pero, sobre todo, es un colectivo que funciona atrás, adelante y, principalmente, en su poderoso medio campo.
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Su centro del terreno no sólo es una línea físicamente imponente, con Pape Sarr o Bissouma. También es capaz de jugar al fútbol. Mientras Son Heung Min y Kulusevski surgen por los extremos, Richarlison la reclama adelante, Maddison es la diferencia. Con un fútbol intenso en la recuperación, rápido en la ejecución, preciso en la transición, vertical en la combinación y eficaz en la finalización, el media punta construye, distribuye, crea, asiste y define dependiendo del momento en que lo necesite su equipo.
Es una labor colectiva siempre del Tottenham. El gol del 0-1 es una demostración. De Pedro Porro, en la banda derecha, hacia Yves Bissouma. Su giro, su maniobra, su zancada, rompió la primera línea rival. Pape Sarr lo hizo con la segunda, con un pase magnífico al desmarque indetectable para todos sus adversarios de Maddison, que concluyó el golazo. Minuto 16. Ya había dado dos asistencias en las dos primeras citas del equipo, con un triunfo y un empate.
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Es el nuevo '10' de los 'Spurs'. Un peso enorme. Antes lo fue, desde 2015-16, Harry Kane, el goleador histórico, el futbolista más diferencial, propiedad ahora del Bayern por más de cien millones de euros. En el Tottenham de hace un año habría sido una catástrofe. En el de hoy, que ha tomado con naturalidad una baja de tanto alcance, es un contratiempo que parece solucionado. Por el momento. Cuando avance el curso, el examen será más exhaustivo.
No parece el presente de Richarlison una garantía goleadora. Dos ocasiones lo pusieron en evidencia. Sí lo era (y lo es, ahora en Alemania) Kane. Hay matices y mejoras aún por descubrir en el conjunto londinense, porque también sufrió en el segundo tiempo para conservar su merecida ventaja de la primera parte, resistente entonces a la ofensiva del Bournemouth, que suplió con carácter y ambición su visible inferioridad de recursos.
Aún con 0-1 en contra, mediada la primera mitad, entre el absoluto dominio del Tottenham, con la desactivación que padecía el conjunto local, Iraola rebuscaba soluciones en la 'pizarra' en el banquillo. Las encontró. Fue capaz de equilibrar sobre el terreno (no en el marcador) a su oponente. Sobre todo, de revertir la impotencia en la que se movía hasta entonces su equipo, hasta la media hora. Y alterar el paisaje tan plácido de los visitantes.
Antes del descanso, el remate de Christie que paró Vicario o la rosca con la izquierda de Billing que terminó fuera anticiparon el cambio; indiscutible en la reanudación, desde el primer momento que los futbolistas volvieron del vestuario, cuando el partido se centró en el campo del Tottenham, cuando sintió los apuros, cuando un zurdazo de Semenyo rozó la escuadra y el 1-1. Postecoglou se preocupó: dio entrada a Hojbjerg y Perisic. Minuto 60.
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Ahí terminó el partido para Richarlison, que dejó su sitio al medio centro danés que desea el Atlético de Madrid para reforzarse en el tramo final del mercado de verano. No fue una cuestión de causa efecto, pero, de repente, instantes después, progresó Destiny Udogie (el internacional sub'21 que es un portento físico, llamado a un gran futuro, mientras gana experiencia) por la banda izquierda para servir el 0-2 al irregular Kulusevski. La sentencia.
Udogie fue cambiado después. Sin ninguna causa aparente, cedió el balón atrás a su portero, y se tiró al suelo. Se puso parte de la camiseta por encima de la cara. Pareció una indisposición puntual, más que una lesión. Ya restablecido, abandonó el terreno por su propio pie, con absoluta normalidad. Fue sustituido por Ben Davies.
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Ya estaba sobre el campo Giovanni Lo Celso, que jugó poco más del último cuarto de hora, entre el interés de varios clubes españoles en contar en sus filas con el talento del futbolista argentino, a falta de menos ya de una semana para el fin del mercado. El Tottenham ya tiene equipo. El campo manda. Y convence.
- Ficha técnica:
0 - Bournemouth: Neto; Aarons, Zabarnyi, Kelly, Kerkez; Christie (Traoré, m. 60), Rothwell (Cook, m. 46); Semenyo (Brooks, m. 73), Billing (Moore, m. 86), Justin Kluivert (Anthony, m. 60); Solanke.
2 - Tottenham: Vicario; Pedro Porro, Cristian Romero, Van de Ven, Udogie (Davies, m. 82); Sarr (Perisic, m. 60), Bissouma (Lo Celso, m. 74); Kulusevski, Maddison (Skipp, m. 74), Heung Min Son; Richarlison (Hojbjerg, m. 60).
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Goles: 0-1, m. 16: Maddison. 0-2, m. 63: Kulusevski.
Árbitro: Tim Robinson. Amonestó con tarjeta amarilla al local Kelly (m. 46+) y al visitante Richarlison (m. 54).
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Incidencias: partido correspondiente a la tercera jornada de la Premier League, disputado en el estadio Vitality de Bournemouth ante unos 11.000 espectadores.