Desde hace tres semanas todos los viajes de la selección italiana hacia la sede de sus partidos de la Eurocopa empezaron de la misma manera. Todo el equipo sube al autobús, excepto el jefe de delegación Gianluca Vialli. El autobús sale, recorre unos metros y se detiene para esperar a su talismán.
El ritual ha "funcionado" hasta este momento e Italia lo repitió este sábado antes de viajar a Londres para jugar la final de la Eurocopa contra Inglaterra.
Todo empezó con un error real. En víspera del Italia-Suiza de la segunda jornada de la Eurocopa, la expedición de Italia salió de Coverciano sin Gianluca Vialli y tuvo que regresar para recoger a su jefe de delegación antes de desplazarse al Olímpico de Roma.
El partido con Suiza acabó 3-0, con una prestación excelente, e Italia, con una mezcla entre superstición y ganas de bromear, lo repitió en todas las vísperas de sus encuentros.
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Lo hizo antes de ganar 1-0 a Gales en Roma, de vencer 2-1 a Austria en los octavos de final de Wembley, de ganar 2-1 a Bélgica en Múnich y de doblegar a España en la tanda de penaltis de las semifinales, de nuevo en Wembley.
Este sábado, cuando el grupo "azzurro" subió al autobús para ir al aeropuerto de Florencia, donde le esperaba un vuelo chárter con destino Luton, el ritual se repitió.
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El autobús salió, recorrió unos diez metros y se paró. Vialli, con maleta, traje y gorro, siguió el habitual guión. Se acercó e hizo un gesto con los brazos como para pedir perdón al grupo.
A continuación, Italia viajó a Londres, donde este domingo se medirá con Inglaterra a las 21.00 (19.00 GMT) en Wembley en busca de la segunda Eurocopa de su historia.