Stefanos Tsitsipas logró la primera clasificación de su carrera para una final de un Grand Slam tras derrotar en semifinales de Roland Garros al alemán Alexander Zverev, 6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3, en tres horas y 37 minutos.
El heleno, el primero de su nacionalidad en disputar el título de un Grand Slam, será el finalista más joven desde Andy Murray en el Abierto de Australia de 2010 y el más joven en París desde Rafael Nadal en 2008.
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"Solo puedo pensar en mis raíces, del lugar del que vengo, un lugar pequeño. Mi sueño era jugar aquí, en un gran estadio, en Roland Garros", afirmó Stefanos Tsitsipas.
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A la tercera semifinal logró finalmente el pase el heleno, quinta raqueta del circuito, a una final de un grande, en la mejor temporada de su carrera, con 39 victorias en 46 partidos en lo que va de año, 22 sobre arcilla, superficie en la que solo conoce tres derrotas.
Todas contra rivales de gran entidad, el noruego Casper Ruud en Madrid, Rafael Nadal en Barcelona y Novak Djokovic en Roma. El griego también dejó en el camino víctimas de pedigrí y se anotó en Montecarlo el primer Masters 1.000 de su carrera.
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La semifinal de los jóvenes, la que enfrentaba a dos de los más talentosos representantes de la nueva generación, la más joven en un grande desde 2008 entre Nadal y Djokovic, resultó un partido intenso.
Dos oposiciones de estilo, dos tenistas llamados a tomar el relevo de Nadal y Federer, la potencia bruta del germano, el estilismo del griego, el revés a dos manos con dinamita de Zverev, el de una mano de Tsitsipas que queda dibujado en el aíre.
Parecía que sería un paseo militar para el heleno, el tenista con mejores datos del año, el que más partidos ha ganado sobre tierra batida, intratable en la quincena parisiense y que, además, ganó los dos primeros sets.
Agresivo, ofensivo, Stefanos Tsitsipas, de 22 años, discurría hacia su primera final, sin contar que Zverev quería luchar hasta el final por jugar una segunda, tras la que perdió en el Abierto de Estados Unidos de 2020 ante el austríaco Dominic Thiem.
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Dos set arriba, el griego se permitió un momento de reposo, un asueto que Zverev, sexto del mundo a sus 24 años, aprovechó para cambiar la dinámica, imponer su ritmo, apoyarse en la potencia de su revés a dos manos.
Por si faltaba algo, una decisión del árbitro cuando ya dominaba 4-2 el tercer set, despertó la rabia del germano. "¡Es una jodida decisión de mierda!", le gritó al juez, que le dio por perdido un punto pese a que el juez de línea había cantado mala la bola del griego, que en la rectificación fue considerada buena.
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Lejos de desconcentrarle, el incidente despertó su instinto asesino y el alemán, ganador este año del Masters 1.000 de Madrid, saltó a la yugular del griego, decidido a ponérselo difícil.
Forzó un quinto set ante un Stefanos Tsitsipas que no encontraba la forma de parar la tromba y planeaba el fantasma de una histórica remontada que París no había vivido en semifinales desde 1958.
Zverev, que contaba por victorias en Roland Garros sus partidos a cinco sets, 7 de 7, soñaba con la remontada.
Pero el griego despertó, el público, que hasta ese momento aplaudía al alemán porque quería vivir más tenis, cambió de bando y se puso del lado del tenista que viene seduciéndoles desde que comenzó el torneo.
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"Sus gritos han ayudado a alcanzar esta final", reveló el tenista, que en el quinto set volvió a imponer su superioridad, la de las dos primeras mangas, la que le ha convertido en el tenista con más triunfos esta temporada.
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