Soy un enamorado del Deportivo Cali, un loco por el verde y blanco desde que me acuerdo. Lo he seguido en cada partido, nada me mueve el estado de ánimo, para bien o para mal, como lo hace ‘El Glorioso’ y con él he sufrido, he celebrado y he llorado, pero nunca, nunca he dejado de creer en él o he sentido ganas de abandonarlo.
Héctor Cárdenas, nuestro DT, al terminar un partido en el que, una vez más y como triste costumbre, cedimos puntos en casa de forma inexplicable, decidió encarar la rueda de prensa con un romanticismo que, en su estilo, le conocía, pero nunca al nivel expuesto en la noche del miércoles en Palmaseca.
Cárdenas, apoyado, seguramente, en la confianza por su cuerpo técnico, decidió decirle a la hinchada, que en su gran mayoría ya no aguanta otro papelón ni repaso táctico más, menos en casa, que a los que creen aún en su proceso y en él, los invita a soñar. ¡A soñar!
Francamente, y es una posición personal, después de ver cómo un rival te pasa por arriba y aprovecha tus debilidades una y otra vez sin un solo gesto que anime a un correctivo desde el banco y se lleva, con justicia (y algo de compasión) una victoria justa, no debería, no podría, salir a ignorar la realidad amparándose en los sueños.
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Sueños los de un equipo chico que quiere llegar a ser grande, sueños los de un rival inferior que se enfrenta a un Titán. Nosotros, como Deportivo Cali, tenemos el deber, la obligación y la responsabilidad histórica de pelar los títulos, no de soñar con ellos.
Para eso la institución pone todo de sí. Nómina adecuada al medio, cantera de lujo y en crecimiento, sueldos a tiempo, equipos y personal médico de primera categoría, sedes, planta y equipo para entrenamiento de última tecnología más los abonos a buen precio. Tenemos todo. En realidad, no necesitamos “soñar” con ello.
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¿Y entonces? ¿Cómo hará el profe Héctor para, con un rendimiento del 33 por ciento de local y uno general del 38 por ciento (nueve puntos de 24) hacer semejante invitación sin siquiera temblarle la voz o mostrar algo de vergüenza? Yo no podría.
Nos quedan 12 partidos por Liga para clasificar sin afugias (imagínate la pesadilla de empezar a hacer cuentas antes de medio torneo) debemos lograr al menos 21 de esos 36 puntos, es decir, estar cerca al 60 por ciento.
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¿Seguimos soñando o nos ponemos serios y vemos la realidad tal y como es?
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Señores, ya no hay tiempo para equivocaciones y el margen para corregir es cada vez menor. Si voy a “soñar" con algo, es con que el comité ejecutivo lo note y actúe, por favor, actuemos.
Vamos Cali.
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Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.
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