El encuentro entre el argentino Rosario Central y el Peñarol uruguayo disputado este jueves por la primera fecha del Grupo G de la Copa Libertadores, sufrió incidentes previos por fuertes choques entre las hinchadas de ambos clubes.
El cruce se produjo poco más de una hora antes del comienzo del partido, una vez que la hinchada de Peñarol fue alojada en la parte baja de la tribuna Génova del estadio El Gigante de Arroyito. No tardaron en producirse los hechos violentos, ya que las barrabravas de Peñarol arrojaron bombas y petardos a los fanáticos, mientras que los seguidores rosarinos aprovecharon la ausencia de policías , tomaron tres vallas metálicas de protección y las lanzaron hacia la tribuna baja, sin alcanzar a ninguno de los hinchas del club carbonero.
El árbitro del partido en territorio argentino fue el antioqueño Wilmar Roldán, quien ahora deberá informar sobre los hechos de violencia acontecidosen el final del compromiso y en los que Olivera, de los visitantes, quien fue impactado en su rostro por un objeto contundente.
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Al respecto publicó en su cuenta de 'X' el analista arbitral José Borda, quien indicó que "la Unidad Disciplinaria de @CONMEBOL tendrá que revisar y castigar los incidentes de los hinchas de Rosario Central contra los jugadores de Peñarol donde incluso uno terminó herido. El árbitro Wilmar Roldán deberá informar en la planilla de juego lo ocurrido".
Más detalles del accidentado juego por Copa Libertadores
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La policía intervino de inmediato con algunos disparos a modo de disuasión y un grupo de efectivos realizó un cordón para evitar que los hinchas de Central se acercaran a la parte baja, y la calma se restableció en medio de un clima de tensión.
En principio, el choque no registró heridos de gravedad, mientras que algunos hinchas de Peñarol que saltaron al campo de juego fueron capturados por la policía.
No fue la única nota de violencia en la noche de Rosario, ya que, al terminar el cotejo, el jugador Maximiliano Olivera, de Peñarol, fue herido cerca del ojo izquierdo con un piedrazo que le arrojaron desde la hinchada de Central.
Olivera fue trasladado a un hospital donde se le realizaron diversos estudios y luego fue dado de alta.
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"Estoy bien. Más allá del dolor y unos puntos de sutura, todo bien (...) Con mucha bronca por el pésimo trato que recibió nuestra hinchada, nuestra gente. Una vergüenza", escribió Olivera minutos después en la red social Instagram.
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Los incidentes se produjeron a pesar de que, horas antes del cotejo, Rosario Central había advertido a sus hinchas de "posibles sanciones de Conmebol en caso de incurrir en conductas inadecuadas durante el partido".
A partir de estos hechos de violencia, el club argentino quedó expuesto a la posibilidad de una fuerte sanción de parte de la Conmebol.