Una serie de muertes en el frente ucraniano en la última semana eleva el balance de atletas fallecidos a 287 desde el inicio de la invasión rusa, en febrero de 2022, mientras que unos 400 estadios y otras instalaciones deportivas quedaron dañados o destruidos por la guerra.
El medallista de plata de kárate del campeonato ucraniano, Mykola Yaremchuk, de 22 años, murió en combate cerca de Bajmut, según notificó el sábado el Ministerio de Deportes del país. Se había alistado en el ejército como voluntario después de que su hermano mayor entrara en filas.
A principios de la semana pasada, las correspondientes federaciones informaron de la muerte de Oleksandr Dykyi, de 42 años, múltiple medallista ucraniano en remo y participante en competiciones internacionales, y de Ruslan Piskovyi, de 21 años, finalista en campeonatos mundiales de kick-boxing.
Sus nombres se suman a la larga lista de atletas y entrenadores de alto nivel muertos en la invasión rusa. El martes, el viceministro de Juventud y Deporte, Andriy Chesnokov, elevó a 287 el total de muertos, en una intervención pública en torno a la exclusión de atletas de Rusia y Bielorrusia de los Juegos Olímpicos.
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"Muchos atletas ucranianos se han alistado como voluntarios", explicó a Efe Illia Shevliak, presidente del Comité de Deportes de Ucrania.
La iniciativa del Comité "Ángeles del deporte" ("Yangoly Sportu" en ucraniano) ha recogido las historias de más de 200 atletas muertos para preservar su memoria y recabar pruebas de las acciones rusas en Ucrania.
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Algunos de los atletas, así como sus familias, murieron en los ataques rusos contra ciudades ucranianas. La más joven es Kateryna Diachenko, una gimnasta rítmica de 11 años.
Murió la primavera pasada en Mariúpol, junto con su padre. Su casa fue alcanzada por una bomba rusa. Su hermano y su madre murieron también cuando otra bomba alcanzó el hospital donde estaban siendo atendidos.
"Estaba destinada a conquistar el escenario y arrancar sonrisas al mundo. ¿De qué son culpables los niños?", escribió su entrenador en el proyecto "Sport Angels".
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La madre de la saltadora de altura Kateryna Tabashyk murió en un atentado con misiles en Járkov el pasado agosto.
"Todos los días parecen el 18 de agosto", declaró Tabashnyk a la televisión ucraniana, donde explicó que no pudo entrenar durante un mes y medio después de la tragedia. En marzo, dedicó la medalla de bronce recién ganada en el Campeonato de Europa de Atletismo en pista cubierta a su madre.
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Shevliak espera presentar la exposición y las historias de los atletas asesinados en el extranjero: "El mundo tiene que conocer el coste de la invasión rusa para la sociedad ucraniana", afirma.
Recuerda además la muy difícil situación que atraviesan los atletas ucranianos. Según el mapa "Sport Map", elaborado por el Comité, más de 400 estadios, campos de entrenamiento y otros importantes objetos deportivos han resultado dañados o completamente destruidos.
La mayoría de ellos estaban situados en Donbás, en el este, y en ciudades como Chernigiv, Mykolaiv y Jarkov, intensamente bombardeadas por Rusia.
Incluso en tales circunstancias, con muchos atletas que sólo pueden entrenarse en el extranjero o los que están luchando en el frente, Ucrania ha logrado buenos resultados en la escena internacional, afirmó Shevliak.
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La recomendación del Comité Olímpico Internacional (COI) de permitir a los atletas rusos y bielorrusos competir internacionalmente, con la aprobación de las federaciones deportivas internacionales, supuso un golpe adicional para los deportistas ucranianos.
"El COI dice que se preocupa por los derechos de los atletas rusos y bielorrusos. Pero, ¿qué pasa con los derechos de los ucranianos? ¿Cómo pueden compartir el mismo espacio con representantes del régimen que sigue cometiendo atrocidades y matando ucranianos?", subrayó Shevliak a Efe.
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"La mayoría de los atletas rusos pertenecen a las estructuras del ejército, que son directamente responsables de los asesinatos y la destrucción en Ucrania", `prosigue Shevliak, para quien el deporte siempre ha sido una herramienta de influencia para países como Rusia, ansiosos de blanquear su reputación.